sábado, 8 de diciembre de 2012

Trastorno alimentario.

"Hola me gustaría contaros como ha sido mi enfermedad y mi recuperación con ello espero contaros y explicar como ha sido una de las mayores secuelas que ha dejado en mi los ASIS y uno de los trabajos de recuperación y dejar atrás la enfermedad que he realizado.

Empece a jugar con la comida con 9 años aproximadamente era mi forma de relajarme o de castigarme según se mire.

Poco a poco se convirtió en una tormenta ayunos de días,atracones,vómitos, cambios bruscos de peso épocas de extrema delgadez,anorexia laxantes en exceso y épocas de bulimia,atracones y vómitos contantes daba igual lo que pasara o sintiera era la única forma de limpiarme y sentirme digna. Así estuve desde los 16 años hasta los 30 años en que x un problema de salud derivado del trastorno alimentario que casi me cuesta la vida decido ingresar en un centro para trastornos alimenticios.

Esto es el testimonio que escribí hace unos meses para leer en mi alta definitiva que espero sea dentro de unos meses,creo que describe perfectamente todo lo que vivi tanto estando enferma como en el periodo de tratamiento tanto en ingreso como en pisos terapéuticos.

Si...yo también estuve allí. .
Yo también llegué desesperada, sin saber qué hacer ni a dónde ir. Veía todo negro y lo peor es que casi había asumido que tenía que ser así. Quería curarme… pero tenía pánico al proceso de curación…

Y la verdad es que mis motivos tenía, porque es muy difícil, aunque más tarde me daría cuenta de que muy difícil no es lo mismo que imposible; que es mejor pasarlo “muy mal” un tiempo y obtener al final una recompensa que pasarlo “mal” de forma continua y sin llegar a estar bien nunca.Yo también quise acabar con todo, renunciar a todo lo que tenía y consumirme en los brazos de la enfermedad.

Abandonar la lucha, rendirme… pero no lo hice. No lo hice porque CONFIÉ.¿Que hubo momentos en que mi confianza se debilitó? Sí, los hubo. Pero finalmente supe que debía dejarme guiar por los que me quieren. ¿Y quienes son esas personas que me quieren? Pues son esas en las que cuando la enfermedad te inunda, son tus peores enemigos. Son esas personas que crees que atentan contra tus principios, que no te dan libertad, que no te comprenden porque no te dejan hacer lo que “tú” has decido, que te ponen unas pautas que no quieres seguir… pero a la vez son esas personas que nunca se alejan de ti, que están a tu lado en los buenos y en los malos momentos… esas personas que te dan la mano en el camino hacia lo que de verdad es tu vida aunque en un principio no nos demos cuenta.

Yo también estuve extenuada, perdí las ganas y las fuerzas, pero seguí, porque fui CONSTANTE. Esto no quiere decir que no me frenase en ningún momento, ni que siempre fuese en un proceso de mejora ascendente… en absoluto. Lo que quiere decir es que me caí mil veces y una y mil veces me levanté y seguí adelante. Fui perseverante, aunque no fuese fácil, pero mereció la pena.

Yo también quise que la solución a todos mis problemas llegase “ya” y si no, no iba a seguir luchando por ello… pero fui PACIENTE. Tuve mis momentos de desesperación, por supuesto.Mis minutos y horas de llanto, mis ataques de ansiedad, mis gritos implorando que todo acabase… pero me repuse a ellos, respiré y pensé “hay que seguir aunque no sea justo tener que esperar tanto” Porque lo que de verdad no es justo es que todo el esfuerzo que hacemos sea en vano al cansarnos de esperar la recompensa y abandonarnos a la enfermedad. Eso sí que no es justo.

Yo también quise proteger a la que creí que era mi amiga: la enfermedad, pero no lo hice. Fui SINCERA. Yo también quise creer que esos pequeños detalles no importaban, que no pasaba nada si no los contaba… pero me equivocaba. Decir que todo va bien y no contar esos pequeños matices a los que restamos importancia… es una forma más de mentir. Es una forma más de mentir a nuestros terapeutas y a nosotros mismos. Hasta que yo no conté todo, siempre recaí porque todo lo que nos guardamos se queda como una insignificante semilla… pero acaba siendo un enorme árbol, os lo prometo.

Sí, yo también pasé por todas estas cosas y por muchas más. Pero os prometo que mereció la pena o, mejor dicho, merece la pena. Porque ahora sigo teniendo presentes esos cuatro pilares, pero no sólo en ese centro, sino en mi vida diaria. Sería falso decir que en la vida fuera de la enfermedad todo es de color de rosa. Nada más alejado de la realidad. En la vida hay un millón de problemas y este es sólo uno más de los que nos quedan por pasar. Pero también es cierto que por sus características, es uno de los más, cómo decirlo… densos. Los problemas que van surgiendo fuera de la enfermedad son los problemas que todos tienen. Pérdida de personas queridas, problemas con los estudios, con el trabajo, con la familia, los amigos… eso sigue existiendo fuera de la enfermedad.

Pero hay una gran diferencia en la intensidad con la que se viven y en el grado en que nos dejamos consumir por ellos. Además, no es lo mismo que vayan surgiendo problemas en nuestra vida, que el que nuestra vida (si es que se puede llamar así a lo que pasamos en la enfermedad) sea un problema continuo. ¿Y por qué pasa esto? Porque perdemos la capacidad de ser felices. Y aquí tengo que hacer una aclaración… no es lo mismo “estar” felices que “ser” felices. Puede que algunos creáis que sois felices porque dentro de la enfermedad a veces habéis desafiado las normas, os habéis saltado las pautas y habéis conseguido hacer lo que queríais.

Pues os equivocáis. ¿Qué por qué estoy tan segura? Porque yo también lo he vivido. Y os aseguro, que eso no es estar feliz, sino estar autoengañándose. Por otro lado, claro que podéis estar felices por cosas que realmente son positivas, como el hecho de que os divirtáis con un compañero, que hayáis aprobado un examen… pero ser feliz es mucho más que eso. Ser feliz es saber disfrutar de todos los momentos de nuestra vida sin que estén determinados por una enfermedad. Y sí, he dicho todos los momentos de nuestra vida.

Porque aprender a valorar todo, lo positivo y lo negativo, lo que nos hace reír, lo que nos hace enfadarnos, lo que nos hace tener miedo, lo que nos hace llorar… aprender a valorar todo esto es lo que nos hace ser felices. Pero para conseguir esto, vuelvo a decir que es necesario que seamos nosotros mismos y que no estemos condicionados por una enfermedad que nos manipula.

Todo esto os lo dice alguien que también ha pasado por lo mismo que vosotros y que sabe que tiene que tener siempre una alerta para no volver a caer en ello. Todo esto os lo dice alguien que no es ni más valiente, ni mejor persona, ni con más capacidad que vosotros. Os lo dice una persona que ha recaído varias veces, que se ha equivocado (y se sigue equivocando) y a la que todavía le falta mucho que aprender.

Todo esto os lo dice una persona que sabe lo duros que son estos momentos, pero que está segura de que podéis con ellos. Por eso os pido que luchéis. Si no veis la salida, si no queréis verla, o si la veis pero no habéis cruzado aún esa puerta, dejaos llevar por este estupendo equipo de profesionales. Merece la pena, os lo prometo.

¡Ánimo chicos, chicas!

En este texto hablo de la enfermedad del trastorno alimentario pero es aplicable a cualquier otra enfermedad adictiva drogas,alcohol ludopatía etc espero que os anime y os sirva de ayuda"

Anónimo

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