Fue una noche mala, la noche en que
entraste a mi cuarto, llegaste borracho, ahora tengo la certeza que no lo
suficiente como para excusarte de haberme violado, ahora también sé que no sos
ni fuiste un enfermo, me usaste, esa noche mamá te corrió de su cuarto, ya no
te soportaba, nunca sabré que pudo haber sucedido si ella se hubiese levantado
y me hubiese protegido, ya no tiene caso, nada cambiará mi pasado, entraste a
mi cama, yo era tan pequeña, estaba dormida, sos un bestia, ¿cómo osaste a
perturbar mi sueño? eras lo único que me quedaba, luego de haber sido violada
por mi tío, de que me castigaran tan severamente por “mentir”, me dijeron que
estaba posesa y lo peor es que me lo creí, hasta hace poco tiempo lo seguí
creyendo que estaba sucia, inmunda, vos eras lo único que me quedaba, ya había
perdido la confianza en mi madre, sólo me quedabas vos y destruiste mi mundo,
en una sola noche destrozaste tantos años de mi futuro, en una sola noche perdí
la capacidad de comprometerme, de amar, de creer, de confiar. En una sola
noche, en minutos comprendí que ya no me quedaba nada, que no era nada.
Cuantas veces te he enfrentado
suplicándote me dijeras ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Recuerdas la primera vez que me
armé de valor y te lo dije? ¿Recuerdas lo que me contestaste? "Es sólo un
pedacito de carne" no te quita nada, nada te impide ser feliz, sentí que
el mundo se me venía abajo, si era sólo un pedacito de carne sin importancia
por qué insistías en darme más privilegios que a mis hermanos? por qué tenías
que darme lo mejor? también me robaste la confianza de mis hermanos, me
separaste de ellos, me aislaste, cuantos años sin percatarme de tu abuso
psicológico, ahora me duele como hierro fundido, ya no puedo cerrar los ojos,
todas tus acciones han adquirido tus verdaderas intenciones: ¡comprar mi
silencio!
Me robaste mis derechos más sagrados,
profanaste mi mente sembrando en ella porquería, cómo me duelen estos
recuerdos, me queman, me llevaste a un mundo oscuro, haciéndome sentir
basura, impura, me hiciste cómplice de tus aventuras, me expusiste a otros
depredadores tan asquerosos como vos, se me va la vida en limpiar de mi cuerpo
y de mi mente, tus manos, tu boca, tu pene que maldigo con todas mis fuerzas,
tu peso asfixiante, tu sudor que hasta hoy me produce eccemas en mi piel, mi
garganta se cierra, me ahogo, mientras escucho esas palabras infernales: chúpalo
como si fuera una paleta. Mi pequeño rostro entre tus piernas, asfixiándome,
sintiendo que me ahogaba y el terror, el horror de no entender porque me
estabas haciendo eso, si eras mi papá, "mi niña" me decías, eso
mismo, era tan sólo una niña, con cuerpo y mente de niña, no tu mujer, ni tu
querida. "Si te portas bien, te compro esos colores que me pediste"
recuerdo la alegría que sentí, los deseaba tanto, no sabía que el precio sería
tan alto. En esa promesa y en mi "portar bien", está la raíz de
haberme sentido por tantos años como una prostituta, es aún y no puedo tolerar
tan sólo la idea de tener sexo oral, me robaste el derecho a sentir placer en
mi cuerpo y de disfrutarlo de las personas que he amado. He hecho tanto daño a
tantas personas que intentaron amarme, por no saber cómo dirigir mi odio, mi
rabia a quien realmente lo merecía: ¡vos!
Al crecer tus métodos se fueron haciendo
más sutiles hasta que deje de percibirlos como lo que realmente fueron:
mantenerme callada, a tu lado, por tu seguridad, por tu imagen intachable de
padre abandonado, al cuidado de sus hijos, padre preocupado, perfecto, ante
todos, perpetuando tu inocencia a través de tu plan maestro, malévolo, hacerles
creer a todos que me amabas y querías lo mejor para mi, no me importa lo que
los demás crean de vos, lo que me duele es que me creí el cuento de que en
verdad me querías y te preocupabas por mí. Ver hacia atrás duele, pero ya no
puedo cerrar los ojos, todo es tan vívido ahora, tan real, todo tiene sentido. Papá, ya no puedes
comprar mi silencio, el conocimiento de tu barbarie es
demasiado, no me importa que vivas en ese pedestal que te construiste a base de
mi dolor, esta es mi verdad, no puedes quitármela. Es mi pasado, sólo yo sé el
terror que experimentaba cada vez que te acercabas a mi cuarto, todas las veces
que me pediste que te acompañara a dormir porque extrañabas a mi madre, el
horror de escucharte decir: ¡te pareces tanto a tu mamá! la sensación de tener
una piedra en mi estómago al sentir tus manos en esos sucios abrazos. No hay
palabras, ni acciones que puedan borrar esos momentos de horror, ni tu rostro
aparentemente dulcificado por la vejez, ni tu supuesto arrepentimiento, porque
a mí nunca me has pedido perdón y no puedes decir que no te di la oportunidad,
la has tenido tantas veces, ya ni lo siento, no voy a mentirme a mí misma,
atravesé el umbral del dolor y salí de él sin remordimientos, hice demasiado
por vos, no te merecías ninguno de mis esfuerzos por salvarte y lo peor es que en cada
intento moría yo, cada vez un poco más.
He llegado a una encrucijada y me ha
tocado perder tanto, es el colmo que seas vos el que tenga el cariño y apoyo de
mi hermana, a la que críe como hija, un robo más, su amor, ese sí que no te lo
perdono, porque sé que le estás haciendo daño y cuando no estés aquí y ella
descubra que nunca hubo amor sincero, porque no puedes dar algo que no tienes,
cuando eso suceda me quedara su dolor, sus lágrimas, me tocará sanar sus
heridas, porque la vas a herir, como todo lo que has tocado en tu vida, como a mi
madre que ahora está internada en un hospital psiquiátrico, un robo más, el de la compasión y tolerancia
hacia el dolor de nuestra propia familia, una de tus regalos: el mirar hacia
otro lado, porque la enfermedad es un estorbo y a los enfermos hay que dejarlos
solos, recuerdo con dolor todos esos años en los que quisimos saber de ella y nos prohibiste el contestar sus llamadas, el dolor la enloqueció, siempre antepusiste el dinero a nuestras necesidades emocionales, mi madre está enferma, sin posibilidad de sanar, no sé cómo haces para dormir por las noches teniendo tantas culpas encima.
He tenido que reconstruirme de cero, cambiando todos esos valores que
sembraste, es duro miras hacia atrás, asumir mi parte, pero en
eso nos diferenciamos vos y yo, yo los asumo, no les huyo, me duelen
terriblemente pero batallo mis demonios, vos como todo en tu vida: lo
enterraste profundamente, lo silenciaste. No seguiré la cultura del silencio,
la he roto al iniciar mi proceso y sé que lo sabes bien, puedo ver el miedo en
tus ojos cuando ves mi determinación, ahora sé que antes de darme cuenta de mis
propias fuerzas, vos siempre las has sabido bien, me has temido, por eso te
esforzabas tanto en mantenerme cerca, sabes de qué estoy hecha, eso no lograste
robarme: ¡mi esencia! puedes seguir tu vida, es tu decisión seguir viviendo a
través de una máscara, te escribo porque estoy harta de llevar a cuestas este
saco de porquerías: vergüenza, culpa, odio, autorechazo, depresión
crónica, rencor, miedo, muchas cosas más con las que sigo batallando, te lo
entrego, nunca ha sido mío, vos sabrás que harás con él.
Y aunque encuentres odio visceral en mis palabras te puedo asegurar que he
caminado mucho, estoy lejos, muy lejos de todo lo que me heredaste, no te odio,
sólo quiero que me dejes en paz, que dejes de insistir en que te diga que te
quiero, que respetes mi decisión de no volver a llamarte papá, vos no sabes el
dolor que he tenido que pasar, el duelo que ha significado para mi comprender
que ese derecho no te lo has ganado. Me quedé huérfana cuando decidiste
utilizarme como un "pedacito de carne" para depositar tus deseos
sexuales más bajos, allí tienes un derecho vital: el derecho a ser protegida,
cuidada, alimentada, vestida, nutrida emocionalmente, uno más a la lista, sin
mencionar todas las secuelas que como sobreviviente me dejó el incesto.
Comencé escribiendo con tanto dolor esta
carta, con una inmensa opresión en mi pecho, un fuerte dolor de cabeza y deseos
de vomitar, al final de estos párrafos, habiendo dado voz a parte de mi pasado,
de mi historia, habiendo reunido el valor para gritarte, siento los primeros
indicios de paz, estoy en el camino de aprender a amarme y respetarme, mi
cuerpo como por arte de magia me está diciendo que era necesario este paso, me
siento más ligera, tus juegos mentales ya no tienen efecto en mi, has perdido
ese poder.
Me distancio de vos y sé que con ello
tendré que afrontar muchas pérdidas más, las asumo, llegará el momento de
llorarlas, me quedo con lo que tiene valor en mi vida: mi verdad.