jueves, 1 de noviembre de 2012

PINCELADAS DE SENTIMIENTO.


Hace más de dos semanas que no escribo por aquí. Son días un poco difíciles por casa pero ahora ha cambiado algo. Me paro a descansar, como necesito hacer de vez en cuando, y me doy cuenta de que una de las grandes diferencias es que ahora, más que nunca, confío en mí misma.

En estos dos añitos que llevo trabajando por curar mi herida muchas veces me he sentido como una niña pequeña que camina agarrada de la mano y que teme horrores que le suelten porque siente que si se cae y no hay nadie ahí, ella no se sabrá levantar solita… Hace unas semanas me emocionaba leyendo un mensaje de una mujer que comentaba esta sensación. Me he sentido así demasiadas veces.

En estos días he tenido la oportunidad de hablar con mi tío a solas. El Martes pasado pude hacerlo pero no lo hice. No sé si fue porque no quise o no sé pero tampoco le he dado mil vueltas ni me he reprochado nada a mí misma, como hice el año pasado por estas fechas. Si no lo he hecho sé que ha sido porque ahora mismo mis fuerzas están centradas en otro camino.

He vuelto a tener sueños duros y sensaciones desagradables estando con mi chico pero ahora sé que puedo seguir adelante. No sé si algún día desaparecerán pero ya no me hunden tanto como antes. Me agarro bien fuerte a mi presente y me repito a mí misma que esas sensaciones duras pertenecen a mi pasado; sólo que a veces hay como pequeños lapsus y se cuelan en mi presente porque han sido demasiados años castigándome a mí misma. Ahora también sé que aunque no descanse del todo bien, puedo levantarme al día siguiente y sonreír y si mi tío está ahí… Pues bueno, que esté. Si no soy capaz de mirarle a los ojos en un momento, sé que posiblemente al día siguiente pueda hacerlo y si tampoco es así pues no pasa nada. Tengo que respetarme, quererme y valorarme y eso es lo que estoy haciendo ahora mismo.

En cierto modo es como si estuviese “descansando” en mi particular viaje. Me siento fuerte y estoy aprovechando esa fuerza para ayudar y hacer feliz a la gente que quiero y que merecen todo mi apoyo. Eso no quiere decir que no tenga momentos malos ni noches duras. No sé si la vida muchas veces son rachas pero he decidido no esperar a que pase la tormenta.

Hace poco le dije a mi mejor amiga que en la vida siempre vamos a tener problemas y momentos malos. Podemos pasarnos nuestros días lamentándonos y llorando por las esquinas o sonreír por lo bueno que tenemos y que esa alegría nos ayude a superar los momentos duros.

Me despido por el momento. Os dejo con otro trocito de mi cuento.

Disfrutad de esta tarde de Domingo y que tengáis una semana preciosa.

Gracias de todo corazón por estar aquí conmigo.

Un abrazo muy, muy grande.


UN ALTO EN EL CAMINO

“Podría haber dejado este salto a medias en Febrero cuando las dudas me hicieron creer que todo esto no me llevaba a ningún lado… Podría haber salido corriendo de esa habitación, gritando y guardando bajo llave otra vez mi mayor secreto, hacer como si nada hubiese pasado, esconderme en mi mundo donde nada, ni tan siquiera las mayores verdades hacen daño… Podría haberlo hecho pero no lo hice, aunque me ahogase en un mar de lágrimas… Esta vez no hay vuelta atrás.

Lloro muchísimo al sentir esa pena en la que día sí y día también me hundía sin entender porqué… Pero sobre todo, por encima de esa pena, veo una Marta luchadora, fuerte y valiente que tenía muy claro que lo único que quería era poder pasar página y ser feliz, aunque a veces se agobiase queriendo correr más de la cuenta. Ahora estoy muchísimo mejor. Si he llegado hasta aquí, sé que puedo llegar hasta el final… Siento que lo peor ya ha pasado…”

(30/5/2011)

Paperucita siguió navegando con todas sus ganas. Aprendió a llevar poco a poco el timón de su barco sin marearse demasiado. Aprendió que ella era la única capitana de su barco, aunque a veces no supiese muy bien hacia dónde navegaba. Lo único que tenía claro era que su viaje era largo, mucho más largo de lo que ella en un principio imaginó, así que se colmó con un buen cargamento de paciencia. Aprendió que a veces necesitaba pararse a descansar un poco y que eso no era nada malo. Aprendió que a veces necesitaba mirar un poquito hacia atrás y observar el camino que ya había recorrido. Eso le hacía sentirse orgullosa de sí misma. Mirar lo que ya había navegado le daba fuerzas para seguir navegando hacia adelante. Además apenas había descubierto esos tesoros que ella iba buscando.

Sentía que lo peor ya había pasado. Pobre Paperucita, siempre tan ilusa! Aún no había tenido que ponerse su disfraz de guerrera y enfrentarse a sus recuerdos… Para eso aún tendría que ganar más fuerza navegando. Sus recuerdos han sido sus peores polizones de viaje pero aún no había llegado el momento de enfrentarse a ellos. Pensaba que sabía todo lo que había vivido en tierra firme antes de empezar su viaje. No se daba cuenta de que lo único que divisaba eran suaves neblinas. Y ella pensando que nada ni nadie podrían ya hundirla… ¡Ilusa Paperucita! Pero siempre tan luchadora, tan optimista, tan fuerte y tan valiente. Te admiro, mi niña, te admiro muchísimo.

ANONIMO

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Participa con tus contribuciones y comentarios