http://redime.net/romper-con-el-silencio/
Abuso sexual. Dos palabras que sobrecogen e incomodan. Pronunciarlas es casi un imposible para las víctimas. Escucharlas, una carga demasiado abrumadora para los oyentes. Ambos bandos saben que, tras vocalizar esas dos terribles palabras, ya no hay vuelta atrás.
El último informe elaborado por Unicef en 2012, «Ocultos a Plena Luz» pone de manifiesto que un 35 % de niñas y un 20% de niños de todo el mundo han sufrido victimización sexual en su infancia y adolescencia. 120 millones de niñas reconocen haber sido víctimas de relaciones sexuales forzadas y otras agresiones antes de su pubertad. El Consejo de Europa a través de su campaña contra la violencia sexual sobre los niños, revela en su propio título una estadística devastadora «Uno de cada Cinco» niños europeos ha sufrido algún tipo de violencia sexual antes de los 17 años. Sólo en España, un 23% de niñas, y un 17% de niños sufre abuso sexual antes de su mayoría de edad. Esto significa que 1 de cada 4 niñas con las que nos relacionamos y 1 de cada 7 niños de nuestro entorno inmediato, sufre abusos antes de cumplir los 18 años.
Con estas estadísticas en la mano, podemos calificar al abuso sexual como una de las mayores pandemias de nuestro siglo, y haciéndonos eco de las palabras de la doctora Hammel Zabin, nos planteamos «… ¿Por qué no recibe la atención que merece?»
En la búsqueda por encontrar respuesta a esta cuestión, es como germina en 2004 la idea de lo que es hoy la Asociación Redime. Cómo víctima de abuso sexual en mi infancia, después de 13 años de silencio, miedo y culpa, fui capaz de confesar a mis padres las experiencias abusivas que había experimentado a manos de un amigo de la familia y reconocido miembro de la comunidad cristiana a la que pertenecíamos. Romper el silencio supuso pagar un alto precio. El precio de traer verdad a un entorno que creíamos «aséptico» e «impenetrable».
Compartir esta experiencia con unos pocos cercanos, nos permitió ver, de primera mano, que había muchas más víctimas a nuestro alrededor de las que eramos capaces de integrar, y ante la falta de información y recursos, decidimos que para cambiar el mundo, primero teníamos que empezar afrontando el problema y cambiando nuestra propia realidad. Así, paso a paso, se nos fueron sumando víctimas directas e indirectas del abuso, e iniciamos un viaje sin retorno que nos descubrió una realidad tan sencilla como contundente: sólo la verdad sobre nuestras vidas, la verdad sobre nuestro pasado, la verdad sobre nuestros miedos y recuerdos puede conducirnos hacia la auténtica libertad. Es es la única puerta que podemos abrir voluntariamente para que LA VERDAD mayúscula pase y traiga luz sobre toda nuestra oscuridad. Sólo así hay cambios, sólo así hay salida, sólo así hay esperanza.
Muchas son las falsas creencias que se han implantado en torno a este tema. Mitos que sólo pueden ser desdibujados con información veraz sobre el tema. Saber qué se entiende por abuso sexual y cuáles son sus consecuencias, es el necesario punto de partida para luchar contra esta lacra social.
Entendemos por abuso sexual cualquier actividad sexual entre dos personas sin el consentimiento de una de ellas, sea con contacto físico: violación y/o tocamientos o sin contacto físico: abuso verbal, visual o psicológico.
El desequilibrio de poder entre la víctima y el abusador es definitivo para determinar si se trata o no de un abuso, ya sea que por su edad, tamaño, posición, experiencia o autoridad , se encuentra en una posición de superioridad con respecto a la víctima. El abuso entre iguales es un fenómeno creciente y alarmante.
Incluso las propias víctimas nos hemos preguntado en algún momento de nuestro proceso, ¿por qué es necesario hurgar en las heridas del pasado y rememorar acontecimientos tan dolorosos? La cuestión elemental no es tanto lo que sucedió en el episodio concreto del abuso sino que las consecuencias de ese hecho persiguen a la víctima a lo largo de su vida, aun cuando no sea consciente de que el origen está en la propia experiencia sufrida.
Las consecuencias corto plazo suelen ser pesadillas, trastornos en el sueño y en la alimentación, conductas autolesivas, pérdida del control de esfínteres, disminución del rendimiento, miedo generalizado, culpa, vergüenza, ansiedad y trastornos adaptativos. La intervención adecuada en esta primera etapa de la victimización es vital para evitar la agudización de estos síntomas y su derivación en complejas patologías como fibromialgia, anorexia, bulimia, conductas homicidas, trastornos de la identidad, adicciones, depresión, disfunciones sexuales, agorafobia, aislamiento social y dificultades para establecer relaciones afectivas adecuadas.
En la actualidad el trabajo que viene realizando la Asociación Redime engloba tres áreas básicas:
Rehabilitación de víctimas de abuso.
Aunque en un primer momento nos centramos exclusivamente en las víctimas adultas de abuso sexual en la infancia, pronto descubrimos que las consecuencias eran extrapolables a cualquier tipo de abuso, por lo que decidimos ampliar nuestra cobertura a todo tipo de víctimas.
Trabajamos en grupos Grupos de Ayuda Mutua (GAM) con sesiones quincenales recorriendo lo que llamamos «La Escalera de la Sanidad», diez peldaños que nos llevan desde el reconocimiento del problema hasta el establecimiento de relaciones sanas.
Reconocer la verdad de nuestro propia historia, nos permite poner la responsabilidad del abuso en quién corresponde, para poder hacernos responsables de nuestras propias decisiones, ayudando a las víctimas a establecer los vínculos apropiados con su entorno y restituir las carencias que, fruto del abuso, han convertido a los cercanos en víctimas colaterales. Para cubrir este extenso trabajo nos apoyamos en talleres monotemáticos de relaciones de pareja, sexualidad saludable, escuela de padres y crecimiento personal.
2. Formación y capacitación de voluntariado.
En nuestra andadura hemos concluido que para poder ayudar a otros es necesario haber tratado nuestras propias vidas. Por eso todo nuestro voluntariado surge de entre nuestras víctimas rehabilitadas, completando su proceso con una formación intensiva en temas específicos.
3. Prevención.
El trabajo de prevención lo enfocamos desde una doble vertiente. Por un lado, la prevención entendida como acciones que impiden la aparición del problema. En este primer enfoque, trabajamos en charlas, coloquios y seminarios en colegios e institutos, con padres y docentes, en varias líneas de actuación:
- Escuela de padres. Charlas abiertas de sensibilización y formación de los padres sobre las etapas de desarrollo de los niños, necesidades afectivas básicas de cada etapa, desarrollo de una sexualidad saludable, resolución de conflictos, claves para una comunicación familiar fluida, y prevención de situaciones de riesgo.
- Campañas divulgativas. Elaboración de material escrito y difusión por las redes sociales y medios de comunicación sobre la realidad del abuso sexual y maltrato infantil y sus graves consecuencias sociales.
- Jornadas formativas. Formación intensiva para los diferentes colectivos profesionales relacionados con la infancia, ofreciendo las pautas claves de reconocimiento de posibles víctimas y mecanismos de actuación para la correcta derivación a las autoridades pertinentes.
La segunda vertiente entiende la prevención como la minimización de las consecuencias una vez que el abuso se ha producido. Para ello trabajamos para poder reconocer los síntomas, conocer el protocolo de actuación ante la sospecha o conocimiento de que un abuso se está produciendo, y la respuesta adecuada del entorno ante el conocimiento de los hechos.
Los mitos y las falsas creencias sobre la sexualidad y el abuso necesitan ser derrumbados. Necesitamos formar a nuestros hijos en dignidad y valoración, educándoles en sus derechos y deberes, y dotándolos de las herramientas necesarias para poder reconocer el abuso y poder contarlo.
En nuestra experiencia a lo largo de los años, con tantas historias distintas de personas de bagajes tan diferenciados, hemos descubierto con dolor y asombro que lo que toda víctima necesitaba y anhelaba para poder seguir adelante era simplemente sentirse escuchados, creídos y defendidos. Con demasiada frecuencia la respuesta del entorno ha tenido efectos más negativos en la vida de la víctima que el propio abuso. Debemos reconocer que el abuso es un problema de todos, y que estar simplemente informados, puede hoy, más que nunca, salvar vidas.
Es hora de levantarnos en pos de los más débiles. Es hora de proteger activamente a nuestros niños y decirles que su voz es importante. Es hora de ROMPER EL SILENCIO.
Miriam Joy Iglesias
Superviviente de ASI, Periodista, Mediadora y Monitora en Asociación Redime