Saltillo, Coah.- Estos cuerpos rellenos de esponja son protagonistas de historias atroces en las que las víctimas son los niños. Sus orejas son de tela, el cabello es de estambre y un par de botones cocidos simulan los ojos que nunca verán el sufrimiento de quienes los toman en sus manos.

Las piezas de trapo descansan en el consultorio de la unidad de atención psicológica del Centro de Atención a Víctimas del Delito, ubicada en Saltillo. Son utilizadas como herramienta en las terapias de apoyo para niños que fueron víctimas de todo tipo de abuso sexual.


Los muñecos sexuados o anatómicos no son usados con todas las víctimas, explica la terapeuta Mireya Ramírez Ordoñez. “Cuando el niño es incapaz o tiene dificultad para señalar y no puede explicar en sus propias palabras que ha sido víctima de un delito sexual, nosotros lo que hacemos es valorar la situación del infante con esta herramienta”, señaló.

En la terapia, no pierde nunca su esencia de personaje fantástico. Ante los ojos del menor afectado se presenta una familia completa: mamá, papá, abuelitos, hermanos adolescentes y más pequeños. Todos están vestidos y llevan calzado diminuto.

Están diseñados para facilitar el relato infantil en casos de abuso sexual a menores de 6 años, pues en esta edad los niños poseen escasas habilidades verbales para relatar lo sucedido y tampoco han comprendido el daño del que han sido víctimas.

Se trata de muñecos de paño de aproximadamente 40 centímetros de largo. Tienen las formas necesarias para representar al hombre y a la mujer. No sólo en los genitales, sino a todas las partes del cuerpo que puedan estar involucradas en todos los actos de abuso, como la boca y las manos.

El juguete sirve como un canal de comunicación. Muchos de los niños que han sido víctimas de maltrato callan porque les cuesta poner en palabras lo que sufrieron. Por eso se les presentan los muñecos, para que intenten depositar eso que vivieron en un lugar, en un muñeco, y así pueden iniciar la recuperación.

Ninguno tiene nombre, su identidad se reduce a ser una cara sonriente de tela que tiene por objetivo único el ayudar a los menores a poder comunicar tocamientos, abusos y delitos que les cambiaron la vida.

“El comportamiento de los niños tiene que ver con una educación del silencio, la mayoría de los papás te dicen ‘no pensé que tan chiquito tuviera que hablarle de esto’, y precisamente por la omisión de esta información los niños desconocen las partes de su cuerpo y recurrimos a diferentes herramientas”, explica Ramírez Ordoñez.

Una vez que se detecta un posible daño en el menor, y sin la intención de revictimizarlo, al niño se le presentan estos muñecos “con la finalidad de que él pueda señalar debidamente qué es lo que ocurrió en la situación y forme parte del expediente legal que compruebe el abuso del que fue objeto”, detalla la especialista.

“Un niño que no está informado, es un niño que está en peligro”, asegura.

MEMORIAS DOLOROSAS

“¿Qué parte te tocó?”, pregunta la terapeuta, y el niño, sin hablar, comienza a señalar si fue víctima de manoseos por debajo de la ropa o encima de ella. Poco, a poco, sin presionar respuesta, la terapeuta pregunta si fue con los dedos o el órgano sexual.

La situación se recrea en los cuerpecitos de tela, que tienen senos, vaginas, vello púbico y penes cosidos con hilo y adheridos a la tela.

Conforme avanza la sesión terapéutica, se pregunta si al momento del abuso había algún objeto extraño que pudo haber lastimado al menor.

“Los niños pueden conocer sus órganos pero no saben explicar si fue una penetración o si fueron tocamientos. Aquí necesitamos identificar y a partir de que el niño empieza a escuchar muchas cosas a veces utilizan palabras distintas a los órganos sexuales, hay casos en que dicen que al niño lo violaron y detectas que fue víctima de tocamientos, nosotros hacemos la distinción de la información porque legalmente es necesario”.

Ramírez Ordoñez detalla que mediante el juego se conoce que los niños tienen apodos y sobrenombres fomentados por los padres y, por ejemplo, en una sesión “el menor puede decir ‘me puso ‘la pipí’ en la boca, y lo vemos en casos que hemos tenido recientemente de una penetración anal y entonces se recurre a la manipulación y uso de los muñecos para poder entender lo que pasó”.

Los chicos muchas veces expresan los abusos con gestos, sin demasiadas palabras. “Estos muñecos tienen las características que permitan distinguir sus órganos, esto es en el caso de los niños más pequeños, que a veces no saben explicar cómo se dio el abuso”.

Es un momento sensible cuando los niños atraviesan por la memoria del dolor, muchas veces con sentimientos de enojo, de tristeza o de indiferencia, pues no han logrado entender lo que les pasó. La valoración psicológica realizada por los terapeutas decide si se informa a los padres de familia o no.

La sesión puede durar de 40 minutos a una hora. Es grabada y visualizada en tiempo real a través de una cámara Gessel para analizar las conductas y actitudes de los menores. Todo se registra en documentos institucionales que forman parte del expediente que será llevado ante el juez calificador, como parte de la integración de pruebas, bajo protocolos que obedecen a lineamientos internacionales y del Gobierno de Coahuila.

Los niños pueden realizar juegos que revelen un escenario sexual debido a que tienen acceso a esta información y no porque se haya vivido algún tipo de violencia sexual. Sin embargo, si el niño o niña de forma espontánea muestra comportamientos sexualizados con los muñecos, puede tratarse de un abuso.

La terapeuta recalca que el uso de la técnica de los muñecos anatómicos no garantiza que se compruebe y detalle el abuso sexual, sino que es una herramienta psicológica que complementa las investigaciones penales.

PERSISTE EL ABUSO

Un promedio de 50 casos al mes relacionados con daños a personas atiende el Centro de Atención a Víctimas, en los que 80% de los asuntos se trata de menores que sufren violencia familiar y abuso sexual.

El director Ricardo Turrubiartes Vargas explicó que gran parte de la atención a víctimas que se imparte en el centro es gratuita y es derivada de los afectados en delitos que impliquen daños a la persona y al patrimonio.

“En el caso de la atención brindamos atención en crisis, reparación de daño psicológico, violencia familiar, abuso sexual y lesiones”, dice.

La proporción de violaciones sexuales es casi a la par, ya que 50% de las víctimas son niños y el otro 50% niñas, que son atendidos por especialistas que de acuerdo con un diagnóstico establecen el tipo de tratamiento que se va a realizar.

La dependencia aplica procedimientos que obedecen a reglas de nivel internacional, como es el caso del Protocolo Michigan y el uso de muñecos sexuados para tomar la declaración de los menores, además de existir otro emitido por la Procuraduría General de la República (PGR) para no provocar un acto de revictimización.