La agresividad, al menos en mi caso, ha estado presente en algunas épocas de mi vida y también creo que lo esta en cualquier víctima de abuso.
Supongo que habrá quien la exteriorice más y habrá quien menos. Por algún lado tiene que salir la impotencia, el miedo, el horror que estas viviendo.
En el primer abuso a los 8 años, que cogí tantísimo terror al genero masculino, no mostré agresividad alguna. Más bien recuerdo que al contrario, mostraba demasiada sumisión con todo el mundo.
Después, cuando ocurría el abuso a los doce años con mi abuelo, ya si que empecé a exteriorizar mi agresividad.
Me mordía las pieles de los dedos, las uñas, tenía los dedos que parecían morcillas y tarde muchísimos años, pero muchos, en tener unas manos dignas de mirar. Era agresiva con los animalitos, (que no hay día en mi vida que no me arrepienta), ya fue el inicio de una espiral de impotencia, rabia y odio que me acompañaría muchos años.
En los años de la adolescencia, tan horrendos, recuerdo que tenía rabia contra mi misma y me golpeaba la cabeza en la pared del lavabo cuando el pelo no me quedaba como yo quería, me salia algún grano o había discusiones en casa conmigo que era siempre. También me arañaba el antebrazo hasta casi sangrar, (tenía que llevar manga larga en verano).
Pero ya lo peor se desencadenó cuando empecé a pasar la adolescencia y entrar en el mundo adulto, con diecinueve, veinte, veinticinco años, cuando había alguna discusión en casa daba patadas a las puertas y estaban todas agujereadas.
Por la calle, me ensalzaba en discusiones enormes, incluso de llegar a las manos si alguien me miraba mal o creía que lo hacia.
Tenía mucha rabia y odio albergado dentro de mi, pero yo ni era consciente de ello.
Empecé a frecuentar grupos de personas poco recomendables, gente violenta, supongo que quería descargar mi odio y no sabía como. Amenazaba a la mínima que me recriminaban algo, discutía muchísimo sin importarme si era hombre o mujer.
Una vez en correos, le di una sonora patada a una papelera por que el empleado me atendió mal. Había chicas en el barrio donde vivía que cambiaban de acera cada vez que me veían, tenia muy mala fama en ese aspecto.
¡Y en el fondo solo necesitaba un poco de comprensión y apoyo que nadie me daba!
Mi familia se metían en todo, de mala manera, como siempre rebajándote más si podían y anulándome totalmente.
Me desplazaba en moto por mi ciudad y no dudaba en bajarme y liarme a insultar a otro conductor si me increpaba algo. Pegaba muchos portazos cuando había discusiones en casa, portazos en la escalera, cosa que hacía que los vecinos me llamaran loca y de todo. Con lo que yo aun me sentía peor y empezaba a insultarlos.
¡Que malos recuerdos madre mia!
Al paso de los años, un poco antes de conocer a mi actual pareja, aún tiraba todo lo que se me ponía por delante en casa, libros, vasos, platos, era pura rabia e impotencia lo que sentía.
Nunca hice daño a nadie, prefería tirar cosas para desahogarme y luego lloraba más de una hora de lo mal que me sentía.
Al conocer a mi actual pareja, todavía, en algunas discusiones al principio tenía esa "manía", pero gracias a la tranquilidad que me ha ido aportando mi relación con él, esa agresividad se ha ido calmando en ese aspecto muchísimo.
Ahora prefiero pasar y ni molestarme en discutir,de esa manera me refiero, si alguien es mal educado o te hablan mal, que los hay, todos nos hemos encontrado alguno de estos.
Pienso que no vale la pena. Esa rabia, a pesar de no exteriorizarla ya, se queda dentro, y por un rato largo, te sientes mal, hasta que se te pasa.
Incluso ahora pienso que me he vuelto demasiado sumisa en ese aspecto, a veces debería mostrarme mas firme y si son mal educados conmigo decirlo y no quedarme con ese mal estar dentro.
Aun tengo rabia, y odio, pero cada vez lo se canalizar mejor. Supongo que mi pequeña gran familia que yo he formado ha ayudado mucho y mi madurez también.
Cuando una persona se muestra así de agresiva, como era antes yo, a veces hay que pensar que puede haber algo turbio detrás, mucha soledad, incomprensión, una vida dura y de mucho sufrimiento.
"CADA ABUSO QUE EVITAMOS, SON MUCHAS VIDAS QUE SALVAMOS"