lunes, 6 de agosto de 2012

LOS PEQUEÑOS CAMBIOS


Hace dos semanas me sorprendí a mí misma diciendo algo que sentía de corazón y que es una realidad tan pura que nadie puede negar.
Estábamos grabando mi historia en el documental en el que he participado,cuando me escuché diciendo que realmente somos supervivientes,pero que seguíamos encerradas en este círculo perfecto que hemos construido a nuestro alrededor.
En el fondo,nos seguimos sintiendo víctimas, frágiles ,indefensas, y lo peor es que nos gusta sentirnos así.
El seguir lamiéndonos las heridas,el hecho de culpar a los abusos de todo lo que nos pasa,no lo reconoceremos pero,seguimos haciéndonos fuertes ahí.
Tenemos nuestro castillo inexpugnable,donde nadie más puede entrar,porque no sabe cómo nos sentimos,y en el que nos sentimos cómodas.
Es una gran piscina y sabemos como nadar en ella.
Si un día no tenemos ganas de levantarnos,pues da igual,nos quedamos en cama,porque se está más a gusto y tranquilo,que tener que salir y hablar con la gente si la tienes y si no,pues soportar a desconocidos que crees que sólo te juzgan por tu estado de ánimo.
Que estás dolida,pues piensas que a lo mejor autolesionándote, destruyendo lo poco de fortaleza que tienes,te hace volver a tu origen más diminuto.
Si no puedes dormir,no culpas al calor,simplemente tienes insomnio por culpa de ese o esos desgraciados que te jodieron la vida,y para nada te paras a pensar que el motivo pueda ser simplemente que la medicación que llevas tomando durante años ya no es tan efectiva,y que tal vez tengan que revisarla o simplemente comenzar a dejarla...
Y sigues escudándote ,hasta que empiezas a reconocer y ser consciente en más o menos medida que no eres tan diferente y que parte de tus miedos los vas superando y empiezas a tener que salir al mundo.
Siempre tuve pánico a llevar gente a casa.Así como crecí,mi casa era una gran mazmorra a la que no convenía llevar a nadie ,por miedo a cómo llegaría mi padre y eso seguía enquistado en mi mente,tanto que aún en día nunca llevaba a nadie a casa.
Pero ahora soy consciente que estoy en el camino del cambio.
Mi casa empieza a estar abierta a las personas que quieren venir,soy capaz de organizar una comida,sin nada de preparación ,cosa que para mí era imposible,porque en mi casa ,y hablo de la de mis padres,yo era muy joven cuando decidí apartarme de la mesa para comer...
Aunque me cueste reconocerlo,tengo mucha gente a mi alrededor,gente que me aprecia,que me da muy buenos consejos,y no todos saben mi condición de víctima,ante lo cual,creo que empiezo a considerarme normal.
Nunca he valorado el hecho de trabajar de cara al público,pero hoy soy capaz de reconocer que no es nada fácil hacerlo,porque he tenido muchos días muy malos,pero siempre he realizado mi trabajo con autosuficiencia,y esto es bueno,porque realmente,no me cuesta relacionarme con la gente,y me doy cuenta ahora.
Y es como si una revolución pasara por mi mente,soy capaz,no me cuestan las relaciones,he dejado de lamerme las heridas,aunque haya gente (mi madre) empeñada en recordarte lo poco que vales,pero he aprendido a separar mi mundo del suyo.
Somos dos generaciones y como tal,los pensamientos nunca serán afines,independientemente de mis sentimientos hacia ella,a veces buenos,muchas veces muy malos...
Pero lo mejor de todo es que me siento fuerte,me empiezo a plantear realizar actos que aplacé en su día y que con cada día que pasa,los siento más cerca.
Estoy con ganas de luchar,de recuperar lo que me arrebataron y estas ganas nadie me las podrá quitar.

Y lucharé por lo que quiero,por mis sueños...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Participa con tus contribuciones y comentarios