En realidad somos libres de actuar como queramos, pero ciertas personas eligen
estar bajo el dominio que otras ejercen sobre ellas, otorgándole el poder de
manipularlas, controlarlas, dominarlas y afectarlas negativamente.
Eres
tú quien le concede el poder a otra persona para que te afecte. Aunque la
mayoría de las veces la esclavitud proviene de las limitaciones que nos
imponemos a nosotros mismos. Cuando uno se desvaloriza y teme hacer valer su
opinión, generalmente termina siendo víctima de todo tipo de abusos.
Es
interesante reflexionar sobre cómo pueden algunas personas tener tanta
influencia negativa sobre otras… Tal vez sea porque hemos aprendido a vivir a
través o en función de otros que no somos nosotros, o simplemente porque estamos
necesitados del afecto, la compañía, el reconocimiento o el recurso que solo
ellos, creemos que pueden darnos... es entonces, cuando les permitimos sin ser
conscientes del todo, que nos utilicen. La mayoría de las personas son mas
amables con los extraños que con los seres queridos y consigo mismos. Esto
necesitamos cambiarlo.
Recordemos que somos nosotros los que le enseñamos
a otros, como es que van a tratarnos.
Una vez que se han establecido las
reglas del trato con alguien, cuesta mucho reeducar al otro para que cambie su
actitud y comportamiento. Generalmente, el ser humano crea una imagen mental de
cada persona y no vuelve a revisarla sino que se relaciona en función de esa
información. Además, si el otro obtiene algún tipo de beneficio al manipularte
estará menos dispuesto a cambiar su actitud para liberarte porque perdería su
comodidad y placer. Quisiéramos que la otra persona se acostara a dormir y se
levantara con una actitud diferente hacia nosotros, pero en realidad somos los
únicos que podemos cambiar esa situación. Tómate el tiempo necesario para pensar
en esta frase y luego reúne el valor suficiente para rescatar dignamente tu
libertad esencial.
Lo más importante, es tomar conciencia de que las
relaciones, en especial con las personas que amamos, deben basarse en la
reciprocidad, en el respeto, la consideración y el aprecio a lo que entregamos y
recibimos, sin permitir que la búsqueda de nuestra comodidad, nos lleve a
ignorar el deseo, la necesidad y el derecho que tienen los que con frecuencia
nos complacen, a recibir nuestros favores, atenciones, detalles y gestos
amables. Recuerda que tienes derecho a pedir lo que quieres, no necesitas que
los otros te aprueben o te concedan el permiso para tenerlo. Las únicas personas
con las que debes comunicarte y establecer acuerdos para lograrlo, son tus seres
queridos y aquellos con los que compartes proyectos, negocios o compromisos ya
establecidos.
Concédete la oportunidad de relacionarte con los demás en
mejores términos, sin permitirles que te abusen injustamente. La libertad de
ser es un derecho Divino, la verdadera libertad hay que ganarla y reconquistarla
cada día.
Claves para tener relaciones sanas:
Aprende a decir que
no. Atrévete a decir que no de vez en cuando, cuando así lo desees y en
situaciones sin importancia, hazlo sin justificarte y sin sentirte culpable.
Recuerda que tienes derecho a elegir que hacer o que decir, en todo
momento.
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