miércoles, 5 de julio de 2017

Niño del suicidio colectivo en San Jerónimo, con signos de abuso sexualdel padre



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El pasado 7 de junio terminó la disputa de casi siete años entre Mireya Agraz y Leopoldo Olvera por la custodia de sus tres hijos; ella quitó la vida a las dos niñas y al niño, y se suicidó en un domicilio de San Jerónimo Lídice, al sur de la Ciudad de México, dejando una carta póstuma que denunciaba abusos cometidos por Leopoldo Olvera contra ellos.
Dos estudios psicológicos realizados al hijo mayor de la pareja entre 2011 y 2013 revelaron signos de abuso sexual cometido por Leopoldo, desde que el niño tenía tres años.
El 29 de junio de 2011, la psicóloga Leticia Abrego, docente de la Facultad de Psicología de la UNAM, reportó los primeros hallazgos del abuso, de acuerdo con un documento en poder de Aristegui Noticias.
“El menor presentaba cambios en su comportamiento drásticos y fuera de lo común desde diciembre de 2010, como tocarse constantemente su pene, meterse los dedos en el ano, mostrarse irritable, llanto fácil, mínima tolerancia a la frustración, agresión, con importante hipersensibilidad en la región anal al grado de perder el control de su esfínter”, escribió la psicóloga Abrego.
La especialista también destacó en su dictamen que el niño “reporta que le duele su zona anal, que él se toca con sus dedos el ano y que su padre se lo hacía a él, que éste le metía el dedo, indicándolo son su dedo índice y señalando en su cuerpo dicha zona”.
La psicóloga Abrego identificó durante esa consulta “un repertorio conductual preocupante, que toma tintes asociados a ser víctima de maltrato; violencia o agresión”.
Esta valoración fue solicitada por Mireya Agraz, quien previamente denunció los hechos referidos por su hijo ante una agencia del Ministerio Público, abriéndose la averiguación previa FDS-6/T2/5/6/11-06, de acuerdo con una queja que ella misma presentó ante la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF).
Un nuevo estudio realizado por la psicóloga de la UNAM tras la separación del matrimonio y casi un año después de la primera valoración, indica que el niño “muestra signos y síntomas de haber sido víctima de violencia y abuso sexual bien expresado y con claridad por el mismo menor, en la persona de su padre”.
En esta nueva valoración, Abrego descartó la presencia del “síndrome de alienación parental”, que ocurre cuando el padre o la madre que conserva bajo su cuidado al niño lo manipula para colocarlo contra el otro progenitor, mientras que afirmó violación y abuso sexual por parte de su padre.
Otro estudio psicológico fue realizado por el DIF de la Ciudad de México, dentro del juicio de divorcio.
A lo largo de 12 sesiones realizadas por el psicólogo Omar Isidro Asiain, el niño volvió a mencionar ser víctima de violencia sexual. Al respecto Asiain informó lo siguiente el 14 de junio de 2012: “ si bien el que suscribe no puede negar o afirmar la veracidad de los hechos mencionados por el menor, su expresión natural y espontánea sugieren ser considerados seria y responsablemente pensando principalmente en su protección y bienestar”.
“Se concluye primeramente que existe la posibilidad de que el menor (…) haya sido víctima de maltrato infantil, que los indicadores de los instrumentos y técnicas señalan al progenitor como generador de dicho maltrato y que en segunda instancia y por consecuencia de lo anterior el menor corre riesgo en convivir con él”, añadió.
Por otra parte un tercer estudio realizado por Rocío Estela López Orozco, perito en Psicología nombrada por el Instituto de Ciencias Forenses del Distrito Federal (Incifo), concluyó en sentido contrario.
La perito López Orozco no encontró “elementosque indiquen la posibilidad de una victimización sexual, pues es un niño confiado, seguro, sociable aún con personas desconocidas”, de acuerdo con el dictamen de su evaluación, realizada el 31 de octubre de 2012.
“Sin haberle preguntado al respecto expresa, utilizando las mismas palabras que su mamá que ‘su papá le tocó la colichi‘ (sic.) no detectándose ninguna emoción asociada con lo narrado”, afirmó la perito.
Debido a lo anterior, López Orozco recomendó el restablecimiento de forma gradual y supervisada de la relación del niño con su padre.
Este último estudio fue tomado en cuenta por Cristina Espinosa Roselló, Jueza Décimo de lo Familiar, para ordenar el restablecimiento del vínculo paterno-filial entre Leopoldo Olvera y su hijo.
Las tres valoraciones psicológicas tuvieron duraciones diferentes.
El estudio que realizó la psicóloga Abrego constó de 10 sesiones de una hora cada una, de acuerdo con la Asociación para el Desarrollo Integral de Personas Violadas A.C., que asistió a Mireya Agraz.
El psicólogo del DIF reportó haber realizado 12 sesiones entre el 24 de febrero de 2012 y el 28 de mayo del mismo año. Mientras que la valoración de la perito del Incifo, que fue tomada en cuenta por la jueza Cristina Espinosa Roselló, duró solo una hora y 20 minutos.
A continuación, los dictámenes psicológicos a los que Aristegui Noticias tuvo acceso: 
Valoración de la psicóloga de la UNAM, Leticia Abrego:
Valoración del psicólogo del DIF, Omar Isidro Asiain:
Valoración de la perito del Incifo, Rocío Estela López Orozco: