domingo, 28 de febrero de 2016

La polémica del derecho al olvido para abusadores sexuales



El rector de un colegio de Honda, condenado hace diez años por abusar de un menor, tiene derecho a pasar la página. Pero merece un debate si su lugar en la sociedad está donde debe interactuar con niños y adolescentes.
 La polémica del derecho al olvido para abusadores sexuales Foto: Ingimage - Javier De La Torre

Hasta el 22 de noviembre de 2015, Luis Alfonso Cano trabajaba sin problemas como rector del colegio Antonio Herrán Zaldúa de Honda. Nadie, ni los estudiantes de la institución, ni sus padres, conocía su pasado. Una década atrás, Cano, oriundo de Barranquilla y elegido por méritos para manejar el plantel, había pagado cinco años de cárcel por acceso carnal abusivo con un menor de 14 años y por pornografía infantil.
Ese día de noviembre, Salud Hernández-Mora denunció el caso en El Tiempo en un artículo titulado ‘El zorro cuida gallinas’, en el que se preguntaba: “¿A quién nombraría rector del colegio de sus hijos? ¿A un depravado que abusaba de niños (…)?”. Ante el escándalo, Cano confrontó a sus colegas y a los padres y recordó que “todos merecemos una segunda oportunidad”. También le pidió al diario dejar de referirse a su pasado y solicitó a la Corte Suprema de Justicia borrar de sus bases de datos las menciones explícitas de su nombre.
La semana pasada, la misma periodista volvió a ventilar el tema, al contar que Cano permanece en el colegio y que, a pesar de que familias y profesores lo respaldan, hay quienes ven con ojos críticos su presencia allá. El caso pone en evidencia la necesidad de garantizar en Colombia el derecho al olvido. Pero, a la vez, plantea un debate sobre los límites de ese derecho cuando su ejercicio puede terminar afectando a otros. En el caso de Honda, a cientos de menores de edad.
La cárcel es parte del ADN de cualquier sociedad moderna, pues permite castigar a quien ha cometido un crimen y darle una segunda oportunidad tras pagar por él. Esto solo es posible bajo la condición de que la sociedad, en efecto, le permita construir una nueva vida. Para esto, las democracias cuentan con mecanismos entre los cuales se encuentra el derecho a pasar la página. Como sostiene el expresidente de la Corte Suprema de Justicia Jorge Aníbal Gómez, “el derecho al olvido es un esfuerzo por garantizar la resocialización”.
Este principio adquiere relevancia en un mundo en el que la información está presente en todas partes y en todo momento y en el que la tecnología se ha metido en la vida privada. La propia Hernández-Mora cuenta que conoció el caso del rector Cano porque un curioso un día puso su nombre en Google y, después de unos minutos, descubrió su pasado oscuro. Ese es el caso de miles de personas que han cometido pecados mucho menores que los del rector de Honda y que han pagado por ellos, pero que ven en la imposibilidad de borrarlos de las bases de datos o de internet un obstáculo para poder vivir.
Sin embargo, el olvido tiene límites, pues no puede convertirse en un factor desestabilizador para la sociedad. En Honda, las advertencias de la opinión pública y los temores de algunos padres de familia son legítimos, ya que nada impide que el rector, a pesar de la buena conducta que ha mostrado hasta hoy, pueda reincidir. Desde este punto de vista, su presencia allí configura un peligro potencial para la integridad física y psicológica de los estudiantes de un colegio.
Ante tales riesgos, el derecho al olvido, sobre todo al tratarse de crímenes graves, no puede quitarles a las personas la posibilidad de conocer su entorno. Y tampoco puede torpedear el deber de los medios de comunicación de informar. Para la constitucionalista Catalina Botero, exrelatora para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, siempre debe considerarse “la relevancia” de la información. “La propia corte ha dicho que (…) la información resulta relevante cuando una persona ha sido condenada, por ejemplo, por abuso sexual con niños y niñas y luego aspira a ser docente en un colegio”, recuerda.
El debate tiene lugar en todo el mundo y Colombia no es el único país que todavía debe recorrer un trecho para conseguir garantías integrales para el ‘borrón y cuenta nueva’ de quienes desean reintegrarse a la sociedad. Pero lo que dejan claro las experiencias de otras naciones es que, para que funcione, el derecho al olvido debe ejercerse al derecho.



lunes, 15 de febrero de 2016

La denuncia de los abusos sexuales pone en marcha la curación del trauma



http://www.elperiodico.com/es/noticias/sanidad/abuso-sexual-denuncia-policia-terapia-infantil-4893666


Observar con callada admiración el paso de una adolescente de cuerpo atractivo es un acto reflejo y normal en hombres de todas las edades, con matices de intensidad, pero esa admiración se convierte en agresión cuando del pensamiento de "¡ay, qué culo!" se pasa "al acto" de tocarlo, describe la psicoanalista Laura Kait.


"El primer pensamiento es habitual, al igual que las fantasías eróticas, pero llegar a la acción supone abusar sexualmente de un menor y eso forma parte de lo ilegal -añade Kait-. Ese acto, que no lo emprende cualquiera, hay que denunciarloinmediatamente ante los Mossos o el juzgado de guardia". En ese momento, considera la especialista, el niño o niña agredido iniciará la curación del trauma. "La única protección verdadera de la víctima de un abuso sexual es la apelación ante la ley -asegura Kait, miembro de Red Umbral, que ofrece atención psicológica-. Es un acto imprescindible y terapéutico".
Antes de la visita a la comisaría o el juzgado, estaría bien ir en busca del pederasta y "enfrentarlo" a lo que ha hecho, desde la posición de los padres, de adulto a adulto. "Ese 'dar la cara por su hijo' es bueno para todos", añade. 
En caso contrario, alertan los especialistas, si los padres deciden disuadir a su hijo de denunciar el abuso sufrido el padre y la madre serán vistos por el pequeño como "cómplices" del agresor. "Aunque le den credibilidad -puntualiza Kait-. Si no hay denuncia, no hay remisión".


PERSONAS QUE DISFRUTAN POCO

Quien ha sufrido un abuso sexual en la infancia puede tener graves dificultades para disfrutar de las relaciones sexuales de adulto. "Es posible que las evite el resto de su vida", asegura la psicoanalista. "Hace poco traté a una paciente de 45 años que sigue siendo virgen -explica Kait-. Cuando tenía 8 años, un tío suyo abusó de ella y dijo 'nunca más'". 
Algunas adolescentes que han sufrido abuso desarrollan una conducta sexual "promiscua" y exagerada, visten de forma innecesariamente provocativa o se involucran en relaciones poco o nada sanas, explica el psicólogo Joaquím Puntí. "Tienen dificultad para iniciar relaciones personales que no sean autodestructivas", sintetiza.
Aunque no todas ls personas que han sufrido abusos necesitan ayuda trerapéutica, no hay duda de que el agresorsiempre la necesita , indican los especialistas. Las concecuencias traumáticas son más graves cuando el agresor ha sido un familiar -un tío, un primo muy afectuoso o el hermano mayor- ya que esa circunstancia puede dar lugar a sentimientos contradictorios.

COMO VIVIR UNA CATÁSTROFE

Sufrir un abuso, agresión que los especialistas equiparan a vivir una catástrofe medioambiental o bélica, tiene un camino de resolución. Lo peor que se le puede anunciar a quien lo ha sufrido es que "arrastrará" sus secuelas toda la vida, advierte Puntí. "Es necesario desmenuzar qué ocurrió en esa relación traumática -dice-. Es imprescindible la reelaboración emocional de ese trauma, "ventilar" esas emociones, aceptar que se vayan y asumir que la vida continúa.