miércoles, 3 de abril de 2013

Inevitable


La única cosa segura en la vida es que en algún momento vamos a morir, es inevitable

Mi propia mortalidad no me asusta; me asusta dejar cosas a medias, problemas, malentendidos y el dolor que el hecho pueda ocasionar a quienes quiero. La soledad que queda es a lo que temo, vivir hasta quedar sola en compañía.

A veces puede parecer que soy distante, insensible o que no me interesa el fallecimiento de alguien a quien conocí o que haya sido familia de alguno de mis allegados. La idea de aferrarse, de no dejar ir y desear prolongar la vida aunque signifique sufrir no la comprendo, no puedo mostrar empatía por esa forma de pensar y prefiero mantenerme alejada. Entiendo el dolor, entiendo el proceso de pérdida... el duelo, la tristeza que queda cuando alguien no estará más.

Lamento que una persona joven o un niño fallezcan porque, en teoría, tenían toda una vida por delante llena de oportunidades. Lamento cuando se trata de un accidente o un crimen, pero cuando se trata de enfermedad me parece que a pesar de la tristeza uno puede sentir alivio, ¿por qué los seres humanos nos aferramos aun cuando la persona que queremos sufre?

Mi madre en parte es responsable de esta manera de pensar, pero en gran parte esto proviene de los abusos. A los 8 o 9 años ya pensaba en morir, me encerré en el baño y me miré al espejo, me despedí y pedí perdón; a esa edad pensaba que un pequeño frasco de antiséptico me mataría. Me quedé con el frasco en la mano y me senté el suelo, me sentía arrepentida, culpable y aliviada de no hacerlo porque no iría al infierno (que es lo que ocurre con los suicidas según mi religión).

¿Por qué no lo intenté? me detuvo la vergüenza que mis actos traerían a mi familia y el dolor de mi madre y de mi abuela, en ese momento prefería seguir aguantando que traer desgracias a la casa.

Desde entonces pensaba seguido en la muerte... ¿cómo hacerlo de la manera más rápida? ¿cómo hacerlo de la manera más limpia? ¿de la manera más eficaz? ¿de la manera que dejara menos problemas a mi familia?

A los 16 años casi me corto las venas, tampoco hice el intento, de nuevo la vergüenza familiar pesó más (¿afortunadamente?), decidí que irme de esa casa era mejor. Unos meses después pensé en una sobredosis con mis antidepresivos y ansiolíticos... hasta dejé de tomarlos para juntar una buena cantidad... pero pudo más el agradable efecto de entumecimiento emocional que me proporcionaba tomar el doble de la dosis con algo de licor.

Años después quise desaparecer cuando una relación de más de cinco años llegó a su fin, pero esa vez pudo más mi orgullo y mi deseo de que no me vieran vencida.

Sigo aquí y de vez en cuando quisiera no estar, no ser, no existir a pesar de todas las cosas buenas que tengo ahora, a pesar de mi vida ha mejorado. No sé que fuerza me impulsa a seguir, no me considero fuerte mas bien me considero terca y no quiero traer dolor a quien amo y me ama; no hace mucho le dije que quería morirme y el dolor reflejado en sus ojos me impactó y me sacudió algo del dolor, comprendí que mi vida valía la pena y que merecía vivirla a plenitud. 

He realizado cambios, he dado pequeños pasos, he salido un poco de mi zona de confort; estaba muerta en vida y creo que eso es más triste que fallecer.

Y mientras llega ese momento inevitable buscaré el lado hermoso de la vida, trabajaré para librar los obstáculos y también reconoceré mis limitaciones, el camino no está definido. La vida es tan bonita, es una oportunidad única y maravillosa, la felicidad no llega por arte de magia, se lucha por ella... 


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