lunes, 25 de febrero de 2013

El renacer

Siempre estuve orgullosa de mi nombre.
Carmen,así se llamaba mi abuela. Cuando nací,lo hice un 7 de Octubre. Hubo una discusión enorme por mi nombre...una quería llamarme Rosario ,por el día que nací.
Mi padre quería ponerme María del Carmen,pero ahí estaba mi madre fuerte para decidir que me llamaría Carmen  (a secas),como muchas veces yo tenía que aclarar,porque en aquel tiempo casi todas las niñas éramos marías.
Y sí me llamo así por mi abuela materna. Fue una de las personas más importantes de mi vida,y yo me sentía super orgullosa cada vez que alguien me recordaba que mi nombre era por ella.
Mujer luchadora donde las haya,trabajadora,amable y comprensiva. Mi visión de ella reunía todo eso que yo quería tener. Era admirada por todo el pueblo,respetada y querida.
Su casa era un ir y venir de gente que le iban a contar todos sus problemas,y aun sin entender daba muy buenos consejos acerca de problemas que hoy no somos capaces de entender.
Siempre la vi sola,viviendo en una casa que ni siquiera era suya. Con una pensión mínima aún ayudaba a sus hijos como buenamente podía,comprándoles una garrafa de aceite o una bombona de butano,mientras tanto ella pasaba falta de todo Mi madre decía que sólo comía patatas hervidas y que por eso le dio glucosa.
Recuerdo como poco a poco perdía la vista,pero pese a todo seguía viviendo sola,y tan sólo permitía que algún nieto fuera a dormir con ella. Yo tenía muchas ganas de crecer para irme a dormir a su casa,pero apenas tuve tiempo.
Cada vez que hacíamos palomitas en casa,mi hermano y yo cruzábamos corriendo todo el"cerro" para llevarle a su casa un bol lleno. En casa las comíamos con azúcar,ella las comía sola. Era muy gracioso,porque nos sentábamos con ella y al final comíamos nosotros más que ella,pero se mostraba feliz. Pero su triste enfermedad la fue venciendo.
Llegó un momento que ya no nos veía,y al entrar le hablábamos para que supiera que éramos nosotros. Tuvo una subida y quedó ciega.
Se le dió a elegir dónde vivir,en casa de mi tía o en la nuestra. Me  buscó y dijo dormiré con "la Carmencilla". Así me llamaba,"mi Carmencilla",porque yo era muy poquita cosa,siempre lo fui.
Compartíamos habitación,y siempre me contaba largas charlas de lo que había sido su vida.
Yo cada día la admiraba más,porque su vida era como una novela de Shakespeare. Su familia,que era acomodada,le había preparado un matrimonio de conveniencia. Ella no amaba a su futuro marido ,y a escondidas se veía con mi abuelo. Estaban preparando la boda y ella se fugó con su amor,mi abuelo. Fue desheredada,pero a ella no le importó.
Tenía grandes valores...
Y por eso este renacer mio,me hace recordarla a ella,y como ella luchó por lo que quería y bajo su mirada celestial,yo intentaré hacer lo mismo,luchar por lo que quiero,y luchar por lo que creo que de verdad merece la pena,y si para ello he de dar el "campanazo" como ella pues que empiecen a repicar las campanas. Gracias abuela por haberme enseñado valores,por transmitirme tu fuerza,por estar siempre a mi lado,y por escucharme cuando entre sollozos ,yo trataba de ocultar mi dolor tras mi violación. Fueron las noches más terribles de mi vida,y sin embargo tu recuerdo está a mi lado.
Y con tu nombre,la fuerza y todo lo que me transmitiste crece en mí cada día.
Te quiero.

http://encontrandoatara.blogspot.mx/2013/02/el-renacer.html?spref=fb

domingo, 24 de febrero de 2013

QUITANDO MÁSCARAS


Hace bastante que no escribo,incluso me he planteado cerrar el blog ,ya que me he hecho mayor.
Me he hecho mayor o más bien he vuelto a nacer.
Nacer a los 36...irónico,pese a que es una de las cosas más maravillosas que me ha ocurrido en mi vida.
Durante mucho tiempo,he permanecido en un mundo que nadie quiere descubrir,sinceramente porque creo que esta sociedad no está para nada preparada para hacerse cargo de lo que supondría que todas las víctimas de abusos sexuales y también nuestros verdugos salieran a la palestra.
Esta sociedad no está preparada para ver que uno de cada cinco niños de su población ha sufrido abusos sexuales ,y que ha día de hoy gran parte de los usuarios de salud mental tienen que ver con el tema.
Tan poco está preparada esta sociedad,que a día de hoy encontrar un profesional cualificado que pueda dar respuesta a las miles de secuelas que arrastramos,es casi una misión imposible.
No son conscientes para nada que el ahorro que a día de hoy hacen en prevención,el día de mañana lo pagarán en terapia,multiplicado por diez.
Pero sobre todo me siento muy frustrada cuando a día de hoy,en pleno siglo XXI,veo que todavía no hay unas leyes estrictas que protejan a un menor,obligándolo en miles de casos a convivir con sus agresores.
Sabemos lo duro que es pasar por esto,todo los que leen aquí sabemos qué nos supone,pero pese a ello,seguimos ocultos tras un Nick,tras un nombre falso,porque nos avergonzamos en muchos casos de lo que hemos vivido o simplemente por "respeto a la familia".
Una excusa más para permanecer en silencio,para crear nuestro mundo paralelo al que vivimos,un mundo virtual en el que nos conocemos todos entre sí ,pero que no va más allá.
Durante muchos años ,conviví con el miedo al qué dirán,convivi con el miedo de qué pensarán esa gente que quiere que caye mi historia,con el miedo de posibles represalias por parte de gente cercana a mí.
Y durante muchos años fui mi propia víctima,de mi propio silencio de mi propio dolor.
Negándome a mí misma,diciéndome que si otros pueden permanecer en silencio toda su vida ,por qué yo no?
Pues muy sencillo,porque es lo que quiero hacer.Quiero gritar a los cuatro vientos y pese a quien le pese mi experiencia.
No es grato reconocer lo que he vivido,no es grato reconocer lo que he hecho,no es grato reconocer mis errores pero gracias a eso ahora ,a mis 36 años me siento realizada,por mucho que les pese a mucha gente.
Cada día tengo invitaciones a callar,y yo cada día grito más fuerte,porque creo en la causa,porque creo que se puede cambiar la historia de muchos niños,porque creo que miles de vidas merecen un final distinto.
Por eso hoy,aunque mucha gente ya lo sabe,creo que despediré a Tara,que me acompañó durante un par de años y simplemente seré Carmen,sí Carmen Rodríguez García,nacida en Exfiliana,Granada,donde pasé los años más oscuros que un niño puede vivir.
Así que en breve cambiaré el nombre de mi blog, y continuaré gritando por los niños,pero a cara descubierta.

Carmen


jueves, 21 de febrero de 2013

¿ME RINDO O SIGO LUCHANDO?


Lo cierto es que no se por donde empezar,muchas veces escuchamos aquello de  querer es poder,pero hoy tengo mis serias dudas.
Llevo ya muchos años con esta lucha titanica para recuperarme de las secuelas que me están comiendo poquito a poco y un pasado que no puedo entender,ni aceptar,ni olvidar,ni siquiera se como pararlo,ni perdonarme a mi misma.

Lo malo de mi situación es la soledad,es decir excepto mi mujer,mi hermana y 3 de mis mejores amig@s nadie sabe nada de lo que estoy pasando ni de lo que he pasado cuando pienso en como he podido llegar a esta situación no encuentro mas respuesta que ha sido una forma fácil de evadirme,de dejar de pensar,de sufrir,me tranquilizan,me relajaba pero solo era momentáneo un espejismo por que luego la realidad sigue hay,siempre he sido muy menuda,poca cosa y por desgracia la salud en mi infancia no me acompaño mucho por lo que con una autoestima muy baja pues creo que hay tengo el detonante.
Hoy por hoy soy consciente de que no me gusta nada de mi forma de ser por suerte el físico es de lo que menos me importa,lo único que puedo ofrecer a las personas que se acerquen a leer estas paginas es eso mi interior,aunque actualmente ni eso porque  ni siquiera se como soy, también es verdad que LA BULIMIA, LA ANOREXIA y los ASÍS me han hecho alejarme del mundo y de la sociedad,aunque siempre he sido muy tímida y desconfiada,es decir temo la soledad y necesito estar bien con los demás para poder estarlo conmigo misma,me da miedo el rechazo,escribo esto para relajarme desahogarme y así no necesito comprometer a nadie ni hacerme daño a mi misma,se que sola no podre salir de esto,ni poner fin a la voracidad que me hace encerrarme en mi propia basura,mierda,no se cuidarme,mimarme,no soporto dejarme ayudar y depender de los demás no soporto aceptar que esto puede mas que yo,me hace sentir mal,inferior,inútil,temo que esto acabe conmigo y lo peor de todo es que temo perder a las 2 personas que mas quiero en este mundo mi mujer y mi hermana,temo al rechazo de la sociedad en la que vivimos que es incapaz de comprender el infierno en el que vivimos mientras estamos enfermos,ademas tengo la sensación de haber vivido en un mundo que no es el real,el que debería haber vivido un engaño total y absoluto durante 16 años de mi vida siento que me robaron mi infancia,mi inocencia,mi virginidad,me han utilizado sexualmente simplemente por dinero y aun así yo tengo la culpa de todo.
Me siento mal aparte de estar incomoda por como me siento y como me encuentro ,siento que soy una carga y un estorbo siento que jamas podre ser feliz y que no podre ni trabajar ni estudiar ni hacer nada de nada por que lo único que hago bien es destrozar la vida de todo lo que se me acerca de mi familia y de las personas que se me acercan,soy un moustro detestable que no merece seguir aquí estoy cansada,agotada y simplemente ahora no tengo fuerzas para seguir .pero tampoco me quiero rendir por que seria darle la batalla ganada a mis agresores y ponerles fáciles el vencerme en la guerra y ya he ganado demasiadas batallas como para rendirme ahora en los últimos coletazos de la guerra.

http://uxia-luz-de-esperanza.blogspot.mx/2013/02/me-rindo-o-sigo-luchando.html?spref=fb

miércoles, 20 de febrero de 2013

MIEDO.


Cuando el miedo te paraliza y no sabes como salir de hay y te impide hacer tu vida normal so-matizas y enfermas ¿Que hacer para romper el circulo? ¿QUE HACER CUANDO TE PARALIZA EL MIEDO?
Cuántas veces en la vida queréis y necesitas cambiar en algunos aspectos tuyos y No accionas nada y te quedas cavilando, analizando, evaluando, una y mil veces, y Te quedas sin hacer lo que tienes que hacer.
¿Por qué?
En primera instancia, porque queréis “tener la seguridad” que todo va a salir bien o como lo habías programado, y no queréis correr riesgos, vas en busca de la Seguridad sobre todo y como seguro no hay nada, salvo la propia vida -y esto es Relativo- evitas hacer lo que queréis hacer y por supuesto, te informo que la Emoción que paraliza cualquier cambio es el MIEDO.
Miedo que en más de una ocasión, te sirve de alarma para evitarte cruzar la Barrera que está baja, pero en muchas otras ocasiones, cuando sus consciente de Ese sentimiento, es una excusa genial para evitar seguir el camino e ir Evolucionando con los obstáculos que se presentan.
Si bien es cierto que se teme a lo desconocido, o a las primeras experiencias (Afectivas, laborales, espirituales), también es cierto que si no pasas con miedo Todo ese primer peldaño, es muy difícil que aprendas de ese miedo.

En general, las personas creen que si fracasa la experiencia, fracasa la persona y Eso es una falacia, dado que esto da lugar a que el miedo aparezca como una Coraza infranqueable que inhibe cualquier desarrollo. Quiero sepas, que ésta es una De las primeras justificaciones para que no hagas lo que tienes que hacer. Aquí Tendrías que pararte y pensar ¿es verdad que si fracaso en tal o cual situación
También fracaso yo?
Aunque quieras convencerte de que esa es la verdad, en el fondo, vos sabes que Eso no es real... Porque la verdad, o por lo menos la mía, es que se fracasa cuando  No se experimenta. Esto es fracaso, porque es quedarse en el lugar de la queja y el Dolor, sin accionar algo que permita un nuevo resultado o estado, es como Escudarse en los “no puedo”, cuando en realidad sí podes, lo que sucede es que Tenéis miedo y por ese miedo más de una vez injustificado, no accionas lo que
Necesitas, y es como quedarte con los “no es” de la vida, en vez de buscar los “síes”
Que te rodean.
Aunque no lo creas vivir bajo el poder del miedo te quita lo más importante que Tenéis en la vida, que es tu posibilidad de “ELEGIR” qué queréis ser y hacer de tu Vida.
En realidad, el trabajo que sería adecuado realices, es que entiendas y aprendas, Que el miedo es una emoción como cualquier otra, solo que le otorgas una Dimensión y un significado, en donde pasa a tener todo el poder sobre cualquier Cosa novedosa que queréis realizar hoy.

En la medida que aceptes que el miedo es parte del camino que tenéis que recorrer Para tu crecimiento y mejora, es la posibilidad que te brindas a vos mismo de Modificar y cambiar aspectos que hasta hoy impidieron que fueras feliz.

http://uxia-luz-de-esperanza.blogspot.mx/2013/02/cuando-el-miedo-te-paraliza-y-no-sabes.html?spref=fb

miércoles, 13 de febrero de 2013

QUIERO MI CAJA DE JUGUETES




“Los duelos no hechos, las lágrimas no derramadas, los secretos de familia, las identificaciones inconscientes y lealtades familiares invisibles, pasean sobre los hijos y descendientes...
Lo que no se expresa con palabras se expresa con dolores...”
Como narrar lo no nombrado lo que las palabras no alcanzan a narrar.
Cuando era inocente sólo quería jugar con mis historias de princesas y mi caja de juguetes sin preocupaciones ni dolores hasta que el mal sembró la discordia en mi interior...
Recuerdo como entraba el miedo, destripaba animales delante nuestro, nos decía que si hablábamos nos haría lo mismo, con esa edad era pánico. Recuerdo que la brujería era parte de sus actos, hacía rituales en los que se nos vestía de blanco y se nos hacía bailar al rededor de una hoguera y ellos decían y hacía unas cosas que a esa edad sólo sembraban más miedos al cuerpo...
Hoy viéndolo de grande comprendo mi silencio. Comprendo que son dolores que mis palabras no pueden narrar.
Comprendo como mi mente en mecanismo de defensa perdió la memoria por muchos años y ahora aflora como racimo de uvas en época...
Los recuerdos no parar de aflorar y es duro lidiar con ellos, pero en mi desahogo personal de ésta mi casa trato de amenizar...
Que injusto son las cosas, una niña tan pequeña, tan inocente y que me la robaran de la noche a la mañana...
Cuando pienso en ella solo veo como la tocaban violaban o pegaban, obligaban a realizar cosas o le introducían objetos para deleite del monstruo.
Llegó a drogarme para hacer conmigo lo que quiso, y perder parte de esos recuerdos.
El día que falleció aún no recordaba nada pero me alegré muchísimo y le pedí a Dios que me perdonase por alegrarme de la muerte de alguien sin motivo hasta el día que recordé y entendí que mi alegría era razonable.
Ese día fui a su tumba y la escupí de rabia e indignación, entendí porque mi vida había sido un asco, el por qué de muchas situaciones que padecía, mi mala adolescencia, mis estupideces o locuras...
En estos días recordé los abusos por parte de mis tíos y fue otro duro golpe porque ellos si están vivos con sus vidas perfectas y disimuladas de las atrocidades que hicieron con muchos.
Quizás mis lágrimas, mis palabras no sirvan de aliciente ni de sustento para esa niña que mataron, pero supongo o quiero creer que está dormida y cuando desahogue todo lo que tengo que escupir despertará para descansar en paz...
Ya que nadie puede darme mi pasado, recuperar mi inocencia ni enmendar el daño por lo menos lograr que esa niña pequeña tome aliento, me perdone por los años que he ayudado a tenerla muerta
y pueda liberarse y volar como nunca voló...
Cuando esa niña asoma sólo se pregunta por lo que le robaron, se plantea como hubiese sido su vida si no hubiese ocurrido una atrocidad así , como sería perder la virginidad con amor por querer una misma, como seria su primer beso, como sería una niñez normal o una adolescencia.
Por eso mi niña no sale a liberarse porque no encuentra su caja de juguetes entre tantos malos recuerdos que se hacen presentes y las palabras no alcanzan a aflorar.

http://nery-linnet.blogspot.mx/2013/02/quiero-mi-caja-de-juguetes.html?spref=fb

lunes, 11 de febrero de 2013

Soy como soy


Hace poco empecé un proyecto personal,escribir cada uno de mis recuerdos,por insignificantes que fueran.
Tal vez buscando una forma de organizar mi cabeza,de fechar los abusos ya que muchas cosas estaban borrosas y sumidas en un mar de confusión.

La paradoja de querer recuperar esos trozos borrados que se esconden en mi subconsciente es darte de bruces contra el muro que siempre evitaste traspasar. Porque duele demasiado pasar a ser el protagonista de la película en vez de verla en tercera persona como un mero espectador.

Adormecí los sentidos hace tanto tiempo que ahora es extraño redescubrirlos. Pasé años sin derramar una sola lágrima y ahora acuden a mis ojos ante la más pequeña decepción. Siempre pensé que llorar es un signo de debilidad,siempre me avergonzó hacerlo en público y sin embargo ahora lo hago sin poderlo evitar.

Creo que ni siquiera lloré lo suficiente con la muerte de mi madre, es absurdo perder el control con las pequeñas cosas del día a día y mantenerlo en las situaciones más cruciales. Pero así soy yo, capaz de enfrentar cualquier problema serio sin pestañear y hundiéndome por una docena de palabras mal dichas o por un desprecio mal entendido.

Me encantaría cubrirme con una coraza de indiferencia y no dejar que nada me afectase,pero sé que esa no es la solución. Sentir el dolor es parte de la vida,y quiero pensar que estoy empezando a vivir.

Una característica común en muchos de los supervivientes que he encontrado por el camino es la empatía. Dicen que las personas más generosas son las más humildes,quizás las personas más sensibles sean las que han sufrido más.

Di por hecho que el exceso de sensibilidad era el rasgo más frágil de mi personalidad,todo me afecta. El más mínimo comentario me desestabiliza y me hiere. Escondida tras el antifaz me convertí en una gran actriz que permanecía inmutable aunque su interior se rompiese con cada palabra que escuchara.

Es ahora cuando mi verdadero yo se hace presente y cuando el agua salada que acude a mis ojos me revela muchas cosas. Creo que he perdido mucho tiempo mendigando cariño cuando es algo que se ofrece gratuitamente. He sobrevalorado el altruismo hasta tal punto que he antepuesto los gustos ajenos a los míos propios. Ahora entiendo que debo dejar de buscar un sitio que es posible que nunca haya tenido y simplemente ser como soy. Porque si en el que debería ser mi lugar en el mundo me siento desplazada o acoplada no puedo volver a moldearme para encajar.

Es complicado de entender,es difícil de explicar,pero el egoísmo que veo a mi alrededor no me gusta. Parece que cada uno va a lo suyo y no ve más que alrededor de su ombligo. Mientras yo me dedicaba a estar pendiente de las prioridades ajenas el puzzle era perfecto, pero hoy necesito abandonar la soledad que siempre me ha acompañado y pasar de estar rodeada de gente a estar con gente.

Me hace sentir bien dar,me encanta hacer felices a quienes aprecio pero llega un momento en el que necesitas recibir. Y no hablo de grandes tesoros,sino de un abrazo,un gesto de cariño,un detalle que te hace ver que esa persona piensa en ti. Destruir la fortaleza aislante que cerní me lleva a esto,a necesitar sentirme querida y no por hacer méritos para ello,sino porque soy como soy.

Soy como soy,y dejarme ser me está costando demasiado trabajo y esfuerzo para dejarme llevar de nuevo a ser lo que creo que quieren que sea.

Amapola 

http://antifazdelsilencio.blogspot.mx/2013/02/soy-como-soy.html


UNA MOCHILA LLENA DE PIEDRAS


Hace tiempo que dejé de sentir algo por mi padre como ser humano. Desde la última vez que le vi, en aquella habitación de hospital, decidí de alguna manera apartar de mi mente todo lo que él pudiera significar para mí. Bastante tenía con aplacar los terribles nuevos recuerdos de sus abusos, para además tener que lidiar con los sentimientos que tenía por él. Y cuando digo que dejé de sentir algo por él como persona hace diez años, me refiero a esa parte de mí que no lo recordaba como el autor de los abusos, sino como mi progenitor. No es que hubiera pasado del amor al odio, es simplemente que en ese momento dejé de pensar en él como mi padre. Incluso dejé de pensar en él como persona. Pasó de ser un ser vivo a un ente impreciso que sólo representaba al autor material de los abusos, pero como un elemento mas del mobiliario de la casa de mis padres, que aparecía en las imágenes de mis recuerdos. Porque para mí, en los recuerdos, sólo estoy yo y mis sensaciones. Creo que los recuerdos de mis abusos siempre han sido así. Como si yo fuera el único elemento orgánico de la habitación. Que en mi disociación, he conseguido separar lo que sentía por él -por toda mi familia- en mi vida real con la completa soledad que sentía en los abusos. Tan completa soledad que ni siquiera veía -sentía- a mi agresor como alguien que estuviera conmigo durante los abusos.


Tal vez por eso hasta que no cumplí los cuarenta y cuatro años no recordé a mi vecino, autor también de una escena de abusos, y confundí aquel recuerdo pensando que también fue mi padre el que me practicó uno de los primeros cunnilingus de mi infancia; O a mi hermano sacándome de debajo de la cama agarrándome del pelo. Es como si los abusos los hubiera sufrido sola. Supongo que formaba parte de mi percepción de la culpabilidad. Si yo era la responsable de los hechos, mi padre tal vez no fuera inocente pero se convertía en un simple cómplice necesario y dejaba de ser el protagonista de la historia, el autor del crimen. Yo era la diva, yo era la autora, yo era la culpable.

Ya he contado alguna vez que cuando inicié mi rehabilitación activa había entre otros conceptos dos grandes misterios para mí: la niña interior, y el perdón. Eran un misterio para mí porque creo que ambas ideas están conectadas. Se habla de buscar, sanar y perdonar a tu niña interior como parte imprescindible de nuestra sanación. Yo creo que encontré a mi niña perdida hace unos meses, cuando me di cuenta de su existencia, de su presencia, cuando descubrí que estas líneas están alentadas por ella. Y su sanación es mi sanación. A medida que yo me recupero ella se recupera.

Y creo que por fin empiezo a perdonarla, a perdonarme que fuera a su cama, que mi cuerpo haya tenido sensaciones, que cuando supe que a mi “mellizo” también le hacía “cosas” yo deseara que mi padre lo eligiera a él, que no le hubiera dicho a mi hermana que mi padre estaba otra vez tocando mas de la cuenta cuando ya me habían advertido que no debía consentir sus abusos. Y por lo tanto también he empezado a reconocer que yo no he sido la autora de los abusos sino su víctima. La víctima de alguien que voluntariamente (él sí) me utilizó para su satisfacción personal. Por fin he conseguido recordarle en mi memoria, no como un elemento mas, como un simple cómplice necesario, sino como el principal actor, como el único responsable. Por fin rememoro hechos y escenas en las que no estoy sola, en las que veo a mi padre como algo real que hacía y decía, ordenaba, aconsejaba, e incluso a última hora, hacía comentarios jocosos como haría un amante que intimase con su pareja. Creo que por fin cuando me recuerdo, no me veo como la mala del cuento, sino como lo que era: una simple niña a la que manejaron a su antojo. Y por fin ha llegado la hora de perdonarme por todos esos hechos porque en realidad he llevado sobre mis hombros una mochila llena de piedras que no me correspondía: la culpa.

Yo no tuve la culpa de las perversiones de mi padre. Pero tampoco tuve la culpa de la incapacidad de mi madre que conociendo los antecedentes que hubo con mis hermanos no hizo lo suficiente por detenerlo Y prefirió mirar hacia otro lado porque estaba incapacitada para hacer nada. Mi padre la había anulado, como a mi hermana. Yo no tuve la culpa de que mi Madrina, que también sabía lo que había, tampoco hiciera mucho mas que tratar de mantenerme alejada de ellos (que no es poco) pero no se interesase además por las consecuencias que esto deja y buscara ayuda para mí. Yo no tuve la culpa de que el Alto Tribunal Tutelar de Menores hiciera la vista gorda y dejara que mis familias -la adoptiva y la biológica- se encargasen del tema. ¿Son ellos los culpables? ¿Es a ellos a los que debo devolver esa responsabilidad? ¿O debo perdonar su incompetencia porque en esa época las cosas funcionaban así?

No hace mucho mantuve una interesante conversación con un amigo del Facebook a cerca del perdón. Él es una persona de fuertes convicciones religiosas y me alentaba a que en mi sanación buscara el perdón para con mis dos familias, incluidos mis abusadores, pues eso me daría por fin la tranquilidad del alma. Me explicaba que esa mochila de la que hablo en realidad no tiene dueño, y que por lo tanto debo dejarla simplemente en el suelo para seguir adelante, porque probablemente ellos ya tienen sus propias versiones de esa mochila cargando a su espalda. Que utilizase el perdón como un gesto de amor y generosidad inmenso, lo que me pondría inmediatamente por encima de todos aquellos que me hicieron daño en mi infancia por acción u omisión y sobre todos los que intentan atacarme desde que he roto el silencio. Algo así como una nueva versión de poner la otra mejilla. Si Dios como hombre perdonó en la cruz a sus semejantes, ¿por qué yo no iba a poder hacerlo?

Pero “Perdón” para mí es una palabra vacía. Leo su significado, sigo los razonamientos de otras víctimas que han encontrado en el perdón su punto de apoyo y para mí es como leer los principios de la física cuántica, algo muy interesante sin duda, pero carente de sentido para mí. Y creo que es porque mi concepto del perdón es muy distinto del que la mayoría de las personas tiene.

Culturalmente hablando nos han enseñado una versión del perdón muy edulcorada. Cuando era niña, solía jugar mucho con la vecina del piso de arriba de la casa de mis padrinos. Si hacía buen tiempo nos quedábamos en su casa porque ella disfrutaba del acceso a la terraza de la azotea del edificio. Nos gustaba patinar y correr entre las chimeneas como Julie Andrews en “Mary Poppins” danzando entre los tejados de Londres. En los días fríos y lluviosos jugábamos en mi habitación, mi colección de juguetes constituía toda una sala de juegos. No recuerdo la razón, pero en una ocasión nos enfadamos y ella juró no volver a mi casa nunca mas, por un desafortunado comentario que hice sobre el miedo que ella tenía a los perros de mi casa. Le dije que mi Madrina estaba cansada de encerrarlos cada vez que mi amiga bajaba a mi casa.

Tuvieron que intervenir su madre y mi Madrina. Nos “obligaron” a perdonarnos y a continuar como si nada hubiera ocurrido. El enfado pasó, pero desde luego la amistad no fue igual. Mi amiga no volvió a pisar mi casa. Lo entiendo, mis palabras fueron duras y si algún día la encontrase de nuevo, jamás le reprocharía su decisión. Pero ante nuestras familias, todo había quedado en un “perdona y olvida”.

La gente tiende a identificar el perdón con olvidar. Como leí en algún sitio: El que perdona no "hace justicia" con su concesión del perdón, sino que renuncia a la justicia al renunciar a la venganza, o al justo castigo o compensación, en aras de intereses superiores.

Y me considero en mi derecho a no renunciar a esa justicia. No hablo de denunciar, ni de hacerles pagar su falta, hablo de descargar sobre ellos las piedras de mi mochila, hablo de entregarles la culpa con la que yo he cargado toda mi vida. Hablo de mirarles a la cara y no bajar los ojos avergonzada si me reprochan que haya roto mi silencio, para que sepan que lo hicieron mal, que lo sé y que estoy en mi derecho a no olvidarlo. Nada mas. Quiero ser yo la que mire de frente. Quiero que en el futuro si me los encuentro sean los demás los que crucen la acera si no les gusta lo que denuncio.

Porque yo no hablo del perdón, hablo de devolución. De restablecer la responsabilidad de lo ocurrido que he cargado durante tanto tiempo a quien corresponde. Y creo firmemente que perdonarme es la única obligación que tengo conmigo misma. Y aún me queda mucho trabajo por delante porque aún hay cosas de las que no me absuelvo. Pero no puedo perdonar a mis abusadores ni a mis familias aunque tampoco les odio. Empiezo a entender sus circunstancias y a ver las opciones que tenían entonces (a toro pasado todo es mucho mas fácil) y creo sinceramente que de esas opciones que existían, eligieron una que me perjudicaba. Pero nadie me ha pedido perdón, nadie. En cambio si me han exigido que actúe con ellos como si todo hubiera sido olvidado, como si el simple paso del tiempo hubiera borrado la ofensa. No puedo exigir una disculpa -eso debe salir de ellos- y si no hay disculpa, no debería haber perdón. Además en cualquier caso estoy en mi derecho de conceder o no ese perdón.

No guardo rencor a mi familia biológica. No les deseo nada malo. Jamás he rezado porque sufrieran lo que yo sufrí como venganza o castigo. Pero no les perdono. Aún no. Y no sé si algún día lo haré. Ahora mismo los necesito fuera de mi vida. Y no me planteo reintegrarlos en ella en ningún momento. Porque cuando lo he intentado en el pasado, siempre me he sentido traicionada. Y si se me juzga por no perdonar a la familia a pesar de ser mis parientes, por ese mismo principio me siento en mi derecho a no perdonar sus graves errores precisamente porque son mi familia biológica y no me protegieron como debían.

Espero, quiero y deseo que mi hermana se recupere de su propia herida, que mi madre se perdone sus errores, pero no puedo ofrecerles ni siquiera mi apoyo en la distancia porque no lo siento en el corazón. Ya no siento a mi familia cerca de mí. Tengo madre y hermanos, pero ya no son mi familia. Si debo definir lo que siento por ellos es indiferencia. Como si ya no estuvieran ahí, como si ya no fueran nada mío. No les deseo ningún mal ni ningún bien. No les deseo nada, sólo que me olviden.

Pero eso me hace sentir desamparada. Porque me duele en el alma cuando algún amigo cuelga en su muro del Facebook una foto, o una canción, o un enlace que le dedica a su padre o a su madre. Al principio me hace sentir rara, incluso me sorprende porque pienso: “Es verdad, la mayoría de la gente quiere a sus padres, a sus hermanos…” pero es algo totalmente ajeno para mí. Como si toda la vida hubiera sido huérfana. Me hacen preguntarme ¿Por qué yo no puedo querer a los míos? ¿Por qué a veces me siento mala persona cuando digo que no los puedo perdonar?

Este proceso lo llevo asimilando desde hace años. Pero creo que es la primera vez que me atrevo a expresarlo de manera clara. Porque hasta ahora albergaba la esperanza de su colaboración. De iniciar de nuevo el contacto con mi madre y mi hermana para hablar abiertamente de mis abusos y que me ayudasen a colocar piezas del puzzle. Que me explicaran algunos comportamientos o me aclarasen porque ocurrieron algunas cosas en mi infancia. Estoy segura que con su ayuda mi proceso sería mucho mas sencillo. Posiblemente igual de doloroso, pero al menos sería menos caótico. Como extirpar un tumor, si sabes dónde está exactamente, la cirugía es mas precisa que cortando a ciegas. Pero ellas han elegido bando. Si no estuvieron en mis derrotas, no las quiero en mis victorias. Y si les duele, no será por mi culpa, sino por la de mis abusadores que son los que causaron la herida.

En el caso de mi Madrina lo siento ligeramente distinto, porque también pienso que si hubiese contado con su colaboración me hubiera ayudado mucho. Pero con todo el dolor de mi corazón tendré que seguir mi camino sin ella, aunque a diferencia de mi madre aún la aprecio. No es que la perdone, porque hay cosas que me han dolido profundamente de ella, pero supongo que la quiero demasiado para borrarla de mi vida de forma definitiva y si se reincorpora mas adelante bienvenida será, pero no voy a esperarla.

Creo sinceramente que si los adultos de mi infancia, aquellos que no me protegieron debidamente, al menos terminasen reconociendo el daño y me dieran ahora su ayuda, sin segundas intenciones, sería para mí un gesto que me acercaría mucho al perdón. O al menos estaría dispuesta a sentarme con ellos sin reproches futuros. Pero a los únicos que posiblemente no perdonaré jamás, es a mis abusadores. Para mí, su mayor castigo, en caso de que sigan vivos, sería no poder ser perdonados jamás. Vivir el resto de sus días y de los míos sabiendo que no obtendrán mi perdón. No les deseo nada malo, pero no les perdono.

En mi país el delito de Abuso Sexual Infantil prescribe pasados quince años desde la mayoría de edad de la víctima por lo tanto yo ya no puedo aspirar a ningún tipo de justicia ordinaria. Y tampoco la busco. A estas alturas poco me importan ya los tribunales, no creo en ellos. Pero creo haber descubierto cómo hacer justicia con mi niña perdida. La mochila ha sido vaciada. En estos meses me he dedicado a repartir su carga sobre todos aquellos que me la entregaron en mi infancia. No es mía, es hora de devolver las piedras, gritándole al mundo lo que me hicieron y lo que no hicieron por ayudar, sin culpa, sin vergüenza, y haciendo lo posible por concienciar a la sociedad para que no se repita. Una gota en el mar. Pero, mi gota.

Si he de elegir entre perdonar o buscar justicia para calmar mi alma, creo que apuesto por lo segundo. Yo no perdono. Yo acepto, me conformo, no busco compensación, pero no perdono.



"La justicia es una constante y perpetúa voluntad de dar a cada uno lo que le toca"
Francisco de Quevedo. (1580-1645) Escritor español.


Entrevista Isabelle Aubry “Una vida robada por el incesto”




  • Isabelle Aubry sufrió los abusos de su padre desde los seis años
  • Hoy lucha por acabar con el tabú. Ha logrado reformar el código penal francés
  • Renaud Aubry sólo fue condenado a 6 años de cárcel. A los 4, estaba en la calle
Mi padre no sólo me robó la infancia. Me robó la vida”. Isabelle Aubry habla de los abusos de su padre con voz dulce y pausada, la misma que utiliza para explicar cómo actualmente apoya, desde su asociación, a otros niños que han pasado este trance. En su caso, el “incesto” —”cuando se quiere luchar contra un tabú hay que nombrarlo”, insiste—, comenzó en la bañera, con sólo seis años. Renaud siguió abusando de ella hasta que tenía 14 años, ocho años de abusos y una vida lastrada que ahora Isabelle cuenta en su libro ‘La primera vez tenía seis años…’.
Con 12 años le dijo ‘hija mía, ha llegado el momento de desvirgarte’
“Renaud, ese hombre que me viola todas las noches y que me presta a todo aquel que me desee, es mi padre”, expone al principio de su crudo relato. Es el hombre que, con 12 años, le anunció: “Hija mía, ha llegado el momento de desvirgarte” y que, con 13 y medio, la llevó a su primera orgía. “No contento con meterme en su cama, Renaud hará de mí, niña morena y tímida, una puta rentable y callada“, expone en el libro.
¿Qué se siente ante un monstruo así? Aubry responde sin dudar: “Es contradictorio. Yo lo amaba, porque él se interesaba por mí y al mismo tiempo tenía mucho miedo de él. No me gustaba lo que me hacía pero, como todos los niños, necesitaba a alguien que se ocupara de mí”.
Yo amaba a mi padre, porque se interesaba por mí y al mismo tiempo tenía mucho miedo de él
“Eres guapa, eres inteligente, eres mi más querida, eres mi sangre, daría mi vida por ti… “No me decía más que mentiras, pero cultivaba este amor. De una manera falsa, claro. Pero un niño no siempre sabe distinguir al perverso del padre bueno”, explica Aubry, que hoy tiene 45 años.
A lo largo de las páginas de su biografía, se va comprendiendo el silencio de la niña Isabelle: “Mi padre no me quiere de la manera que debería, pero por lo menos me quiere”. “Le obedecí porque yo era su hija, y él mi padre”. “Si cuento lo que sea arruinaré la vida de todos nosotros y será por culpa mía”. “Si lo hace es porque me quiere. Así me lo dice y estoy convencida de ello”. “Me dice que soy su favorita, su Isabeau, la carne de su carne…”
Su vecina denunció el caso. Bastó una pregunta: ‘Isabelle, ¿tu padre hace cosas contigo?’
Por eso, hoy en día Aubry insiste en que un niño víctima del abuso “rara vez viene a contar lo que les está pasando”: es el adulto el que tiene que observar, preguntar, descubrir el infierno. En su caso, fue su vecina, Madame Abeille. “Isabelle, ¿tu padre hace cosas contigo?”. Tenía 14 años.
“Me hizo preguntas y, como yo confiaba en ella, hablé. En el momento oportuno, ella se lo contó a mi madre”, explica Isabelle. Por entonces, Renaud y su esposa (“una madre pasiva, ausente, que no me quería”) se habían separado e Isabelle vivía sola con su agresor.
La Justicia, el segundo infierno
Aplastaron mi infancia con dos apisonadoras. Mi padre fue la primera; la justicia, la segunda
La pregunta descubrió los años de horror y permitió sentar a Renaud Aubry en el banquillo. Sin embargo, el proceso judicial fue un segundo infierno para Isabelle. “Aplastaron mi infancia con dos apisonadoras. Mi padre fue la primera; la justicia, la segunda”, relata en el libro.
“Me preguntaron si yo había dado mi consentimiento. Es abominable. Cuando yo dije ‘No lo sé’ Me preguntaron: ‘Has dicho que no?’ y yo dije: ‘No, no he dicho que no’ Entonces, la violación fue rebajada a agresión sexual. Para mí no fue condenado suficientemente, relata Aubry [A diferencia del Código Penal francés, en España el abuso a un menor de 13 años siempre es considerado violación. Además, el parentesco es un agravante].
A su padre —hoy fallecido— le ‘cayeron’ seis años y, cuatro años después, estaba en la calle. “Cuando salió de la cárcel se sentía como una víctima y la peligrosa era yo”, añade.
Mientras haya niños que precisen ayuda, no me consideraré con derecho a pegarme un tiro
Yo no tenía ni apoyo, ni amor, ni ninguna posibilidad de hablar con nadie. Estaba sola, con 15 años, con todo esto encima. Si las condiciones se dan, sí [hay que denunciar]. Pero si no, es demasiado peligroso. Puedes incluso perder la vida”, expone, sin dudar. Durante la dureza del proceso, ella misma intentó quitarse la vida.
Pero la idea de ayudar a otras víctimas le impulsa a seguir: “Mientras haya que cambiar las leyes y las mentalidades, seguiré dando la cara. Después, veremos…”, dice al final del libro.
Ya no tengo madre, no tengo padre. No soy ni siquiera huérfana
Su hijo, de 21 años, y su organización son hoy día sus razones de vivir. Para Aubry, la Asociación Internacional de Víctimas del Incesto (AIVI) que preside es su personal terapia. A comienzos de este año, consiguió que el Código Penal francés incluyese el incesto como un delito específico. Con el duro relato de su vida —publicado hace dos años en Francia y que ahora llega a España— confía en ayudar a más víctimas: “Si la difusión es importante, gracias a los medios, más víctimas hablarán“.
“Ahora mi preocupación es la sociedad, proteger a los niños para que no vivan lo que yo he vivido. Sé que a mi padre y mi madre jamás los hubiera podido cambiar, pero a la sociedad sí que puedo intentar cambiarla”. Desde hace ocho años, ya no tiene ningún contacto con su madre: “Ya no tengo madre, no tengo padre. No soy ni siquiera huérfana. Soy como si hubiera venido de ningún sitio”.
Claves
  • La sociedad ha minimizado lo que pasó.
  • Nunca empujaré a una víctima a presentar una denuncia.
  • Mientras haya niños que precisen ayuda, no me consideraré con derecho a pegarme un tiro.

‘La primera vez tenía seis años…’ (Isabelle Aubry; Editorial Roca)
 Fuente: El mundo – Entrevista:Isabel Espiño | Giulio Piantadosi (Vídeo) | Madrid

viernes, 1 de febrero de 2013

CONJUNTO VACÍO


A veces me gustaría vivir en una burbuja, o ser invisible, o tener una máquina de tele transporte. 

En esos momentos odio salir a la calle. Tarde o temprano me asalta la sensación de que la gente me “ve”. En el momento en que salgo de la seguridad de mi casa, me siento observada, desnuda. Ahora desde mi hogar, gracias a Internet  puedo ver el mundo sin exponerme, sin tener que estar allí. De niña me imaginaba que tenía le poder de detener el tiempo e imaginaba salir al portal y caminar hacia el colegio entre la gente inmovilizada, y además imaginaba disfrutar al no tener prisa por llegar, pasear despacio, observando cada detalle del camino sin miedo a ser descubierta. A la mayoría de la gente le da miedo caminar por lugares apartados, sin tráfico ni movimiento de gente. Sin embargo una calle solitaria es para mí una bendición. 

Cuando era niña, y veía en la tele los dibujos animados o leía cómics  mis personajes favoritos, eran los que podían ser invisibles. O los que tenían el poder de detener el tiempo. Cualquier cosa que sirviera para que yo pudiese salir a la calle sin ser observada por nadie. Era mi mayor aspiración. Viví mis años oscuros en una gran urbe, con metro bajo tierra, y para mí no había mayor felicidad que pasear a solas, más allá de las doce de la noche cuando faltaban pocos minutos para que cerrasen el servicio, por los pasillos kilométricos que cruzaban por debajo de las grandes avenidas de la ciudad. O con el deseo de transitar, como el personaje de Eduardo Noriega o Tom Cruise en “Abre los Ojos”, la película de Amenábar, por en medio de la Gran Vía o la Quinta Avenida sin ruido, sin coches, sin gente. Sin vida. Era casi temeraria. Caminaba a altas horas de la madrugada por lugares solitarios exponiéndome a ser de nuevo la víctima de cualquier despreciable. 

Todo a cambio de estar sola. He estado obsesionada con la soledad, la pedía a gritos. Creo que era porque la compañía de la gente siempre era un riesgo para mí. Salvo cuando estaba con mis Padrinos, a todo el que estuviera conmigo lo veía como un peligro potencial: Mi familia biológica, por la posibilidad real de que me hicieran daño físico o psíquico; mis compañeras y compañeros de estudios, por el riesgo de acoso escolar; y en mis años oscuros, porque cualquiera me utilizaba para su desahogo personal, con violencia, sexo o abuso de poder. Así que me aplicaba aquel dicho de “más vale solo que mal acompañado”. 

Evito los sitios con mucha gente, los grandes acontecimientos deportivos, ir a la playa en plena época estival. Me agobio y no me siento nada cómoda. Alguna vez he tenido ataques de pánico. Recuerdo con horror uno que me dio en unos grandes almacenes cuando estaba embarazada. Por unos instantes creí que el techo se me venía encima. Hoy en día, hay ocasiones en las que desearía ser la dueña de Matrix para detenerlo todo y salir a respirar. 

Pero esa necesidad de soledad también era porque me sentía extraña entre la gente, porque quería desaparecer. No me sentía integrada, no me identificaba con nadie. Recuerdo estudiar que el hombre, el ser humano, siente la necesidad de pertenecer a un grupo, a una sociedad. La familia, donde tiene la primera percepción de conjunto, la comarca de la que procede o en la que vive en la actualidad, el partido político, el equipo de fútbol  la afición por la papiroflexia… incluso nuestra situación laboral y económica, marca de alguna manera con qué tipo de gente nos codeamos. Pertenecemos a uno o varios de esos grupos, y como en la teoría de conjuntos que estudiábamos en matemáticas, éstos suelen estar entrelazados entre sí, formando numerosas intersecciones. Yo me he preguntado muchas veces dónde pertenezco, a qué grupo social correspondo. Porque siempre pensé que me encontraba dentro de un conjunto vacío donde ni siquiera yo misma me contaba como unidad. 

Durante mis años oscuros, uno de los argumentos que esgrimía mi Monstruo para separarme de mis benefactores con los que vivía era cuestionarme que yo no pertenecía al sitio donde estaba ni a la gente que me cuidaba. Ahí radicaban mis dudas. ¿Qué derecho tenía, ahora que era una persona adulta, a aprovecharme de eso? No era mi mundo, no tenía derecho a estar allí, no me lo merecía. Y lo rechacé. Simplemente me fui alejando de ello, negándome todas y cada una de las oportunidades que se me presentaban para mejorar mis estudios, o tener un buen puesto de trabajo. Ni siquiera me plantee la posibilidad de acercarme aunque fuera de forma interesada a gente de buena posición, con los que por otro lado me había educado. 

Cuando regresé a la casa de mis padres, donde mi Monstruo me ubicaba, enseguida volví a tener esa sensación de extrañeza. Por mi educación, tenía grandes diferencias intelectuales con mis hermanos y mis padres. Y ahí mi Monstruo se cebó de manera firme, porque se acrecentó la sensación de que lo que había recibido de niña no era mío. Era como si hubiese estafado a mis Padrinos, como si les hubiera engañado o robado algo. Y mis hermanos tampoco contribuyeron demasiado. Me echaban en cara en numerosas ocasiones que yo quisiera “hacerme la lista”, que intentase humillarlos por mis estudios y mi comportamiento educado. 

Llegó un momento en que me sentí perdida, sin encontrarme a gusto en ninguna de las dos localidades, la de mis padres y la de mis Padrinos, y no me sentía atada afectiva mente a ninguna de las dos familias. Con unos porque no me sentía con derecho a amarlos y con los otros porque yo no los amaba. El caos absoluto. Y llegó un punto en el que me sentía desarraigada de todo y de todos. No pertenecía a ningún sitio. No formaba parte de nada. Me encontraba en una especie de limbo, sola, sin unión con nada. 

A veces aún me siento así. Quiero a mis Padrinos con toda el alma. Para mí son mis hermanos mayores o mis padres. Y mi relación con ellos es de máxima confianza. Existen apodos cariñosos que sólo yo empleo con ellos, y que nadie, ni siquiera sus actuales parejas utiliza. Pero las tonterías que hice en mis años oscuros me distanciaron de alguna manera de mis Padrinos, y aunque sigue habiendo un vínculo muy estrecho, tengo la percepción de que se ha roto algo, y ahora que vivo en mi ciudad natal ya no tengo tanto contacto con ellos como antes y me hace sentir nostalgia de aquella época en que me cuidaban y me trataban como su hermana pequeña. 

De hecho, hay algo con lo que mi Monstruo me hiere especialmente. Cuando hablo con mis Padrinos, muchas veces me dicen que lo olvide, que ahora tengo a mi familia, a mi marido y a mi hijo, que me centre en ellos. Y me duele, siempre me duele, pero no porque me pidan que olvide –ya he asumido que es una recomendación errónea, pero recurrente entre los allegados a las víctimas- me duele porque ellos no se incluyen. No me dicen “ahora tienes a tu marido, a tu hijo… y a nosotros”, nunca se incluyen. Y el hecho de que viven lejos, me hace sentir desplazada, como si ya no tuviera nada que ver con ellos, como si se me dijera, “ya no puedes quererlos, no son tu familia” 

En cambio jamás he sentido esa unión con mi familia biológica. Ni siquiera con mi hermano “gemelo”, el que tiene un año más que yo y con el único que mantengo contacto, experimento ese estrecho lazo de unión que los hermanos de sangre poseen casi siempre. Siento algo, de eso no tengo duda, pero no tengo muy claros mis sentimientos hacia él. 

He tenido la fortuna de entrar en diversos grupos. De experimentar dos formas de vivir y ver el mundo, de entender la pobreza extrema y disfrutar del derroche de toda una fortuna. De conocer a mujeres analfabetas que eran mucho más inteligentes que la “mujer florero” de un magnate de la prensa cuya máxima aspiración era que la invitasen a la boda del Príncipe de Asturias. Y a intelectuales, artistas o deportistas podridos de dinero que se desviven por ayudar en un barrio marginal donde el “capo” local intentaba hacer una estafa con esa fortuna. Y nunca me he sentido “dentro” de ningún sitio. 

Con mi marido sin embargo, jamás he tenido sensación de estar desubicada. Me aceptó desde el principio con mis rarezas y me adapté a él con rapidez. Tiene una carrera universitaria, por lo tanto en ese aspecto yo estoy por debajo, no tengo estudios superiores, pero mi pareja nunca me ha hecho sentirme menos que él. Yo misma si me he sentido imperfecta, pero siempre he sabido que es una percepción subjetiva que mi Monstruo interior me proyecta, no es algo que mi pareja me haya hecho sentir jamás. Conversamos de arte, política o filosofía con cierta frecuencia, dentro de los márgenes de conocimiento que tenemos, y a veces solo tenemos diferencias de opinión. Jamás me ha hecho sentir inferior, ni por estudios, ni por familia. Supongo que es una de las razones por las que estoy con él. Por primera vez empecé a sentirme integrada en un grupo. Un grupo formado en un principio por mi marido y yo. Y que se ha ido ampliando con su familia, con mi hijo, con amigos comunes… 

Pero ahora he encontrado realmente mi sitio. Ahora puedo decir con seguridad que he encontrado mi lugar en el mundo. Porque una de las cosas que descubrí cuando inicié mi rehabilitación activa fue que aprender me ayuda a mejorar, a reconocer mis secuelas y a paliarlas o hacerlas desaparecer. Por decir de alguna manera, mi forma de sanar está siendo aprender. Conocer todo lo relativo a los Abusos Sexuales Infantiles, sus causas, sus secuelas, los procesos mentales que nos llevan a actuar de una manera determinada, e incluso a reconocer cómo actúan los agresores, cómo son sus métodos para envolvernos en su red y hacernos sentir culpables y guardar silencio. 

Y uno de los “efectos secundarios” de aprender, está siendo compartir lo que aprendo. He encontrado hermanos y hermanas que comparten experiencias similares a las mías, a los que tengo oportunidad de mostrar mi experiencia y mi opinión en algún aspecto determinado de nuestras vidas. Unas veces yo veo algo que se les escapa de su recuperación, les puedo dar otro punto de vista que a veces les ayuda, al igual que ellos me están dando constantemente su perspectiva cuando algo me preocupa o no sé manejar. 

En muchas ocasiones, hablar con aquellos que han tenido experiencias como las tuyas, es de una ayuda incomparable. Por eso estoy en el FOROGAM. En los Grupos de Ayuda Mutua, GAM, de lo primero que te das cuenta, es que no estas solo. Que tu experiencia, por desgracia, es mucho mas habitual de lo que el mundo exterior cree. Y cuando por primera vez, cuentas que tu padre te tocaba bajo las sábanas con tu madre al otro lado de la cama, y alguien te responde que a ella también se lo hacían, la liberación es brutal. 

Cuando cuentas que te da mucha vergüenza decir que te da miedo la oscuridad con cuarenta y cinco años, o los objetos puntiagudos, o que te hagan cosquillas, y alguien (alguien, no, cuatro o cinco personas distintas!) te responde que a ellos también les ocurre, o cuando piensas que si dices que has sido una persona muy promiscua, te van a etiquetar de puta y descubres que varios en el foro también lo han sido y que por lo tanto eso también es una secuela, te entran ganas de llorar de emoción porque por fin has encontrado un sitio donde no vas a ser la rara, la extraña, la que en algunas cosas no va a comentar, la que tiene algo que ocultar. 

http://nemesisenelaverno.blogspot.mx/2013/02/conjunto-vacio.html?spref=fb

EL ENCIERRO FRAGMENTOS DE UN DIARIO


Los días de bajadas nos pueden hacer perder el norte, podemos realizar actos que nos arrastren a más cadenas. Un intento de suicidio por el hastió que vivía, me llevó a un mes en un centro de psiquiatría. Quizás pensé lo afortunada de haber escapado sino fuera el mal trago que pasé. La falta de profesionalidad y humanidad que allí recibí me dieron la más grande lección que pude recibir...

Para empezar hasta los celadores te trataban como objetos, malos modos y poca consideración, no tenías privilegios parecía un cuartel milimetrado por horas que había que cumplir a raja tablas...
Luces apagadas por la noche y puertas trancadas con llave, que miedo esas noches de cautiverio pasé, mi alma encerrada en tarro de confitura a nadie le importaba y mi ansiedad y estado empeoraban cada día.
No guardaban el secreto profesional con lo cual todos sabían porque si o porque no estabas allí...Te gritaban y empujaban si no te sometías...
Que decir de los profesionales médicos...Pues peor aún, querían que hicieras cosas que iban en contra hasta de tus instintos de supervivencia pero tenías que comportarte como querían si querías salir de allí fue lo primero que aprendí.

Lo segundo ha ser una muñeca sentada y callada todo el día para evitar que los celadores te gritaran o echaran en cara el motivo por el cual estabas allí y eso delante de los demás pacientes, viendo el mismo trato hacia los demás y sabiendo que solo así podías salir haciendo lo que querían...Tomarte todo lo que te mandaban aunque el estómago y el cuerpo rechazaban...Tanto en comida como en la drogad-era de medicación...Comerme todo para no recibir castigos que consistían en encierros...Tomarme las medicinas sino no salía...Cuantos menos gritos mejor para resistir  una lucha diaria en el encierro de una cárcel dónde no eras una persona sino un animal enjaulado...
Recuerdo una tarde que un celador casi me pega porque le dije que me dejara en paz o le ponía una reclamación, su vena le salía del cuello y se vino para mí sentí que venía mi agresor y creí morir de dolor, un paciente le paró y fue mi salvación, continuó gritándome e insultándome como si yo fuera una mierda pinchada en un palo...me humilló...se rió de mí y me vejó verbalmente...
Aunque reclamé mi experiencia vivida lo que recibí fue una carta pidiendo disculpas muy diplomática y que la situación no se iba a repetir que tomarían medidas...De que me vale con lo que pasé, quién me quita el daño y el dolor cuando uno ingresa es porque está mal y es para sanarse no para que le humillen, vejen o empeoren...

Amenazaban con amarrarte, lo intentaron...O ponerte la inyección mágica relajante...Lo intentaron...Todo un infierno real, palpable e inevitable que mi pobre cuerpo resistió
Perdí por mi camino la Fe en los profesionales aunque reconozco que generalizo pero fue mi experiencia. Sino fuese mi fortaleza y supervivencia nunca hubiese salido de aquel mal lugar...
Nadie me preguntó porque hice lo que hice, cómo me sentí o que quería....
Nadie me preguntó porque mi ansiedad, miedo o porque evitaba cualquier contacto.
Nadie se percató de mi problema ni me escuchó.
Nadie salvo yo misma estaba en aquel lugar para ayudarme a salir de él. Fue una experiencia traumática, dura e imborrable.
Nadie devolverá mi Fe en mi camino...Se que ni médicos pueden ayudarme porque vivo en un lugar de ineptos y retrógradas que sólo cobran su sueldo y no ven personas sino casos y objetos...Se que estoy sola....

Nery