lunes, 24 de diciembre de 2012

RELATO DE UN SOBREVIVIENTE


Sé que vives cerca de donde yo vivo, aunque afortunadamente tu vida y la mía no tienen que coincidir en nada. No verte es más llevadero que tener que soportar tu presencia.
Sé que has llevado una vida “normal”, que tienes una familia, que no eres mal vecino. Has hecho tu vida de persona normal y bien adaptada.
Sin embargo, déjame decirte que tú has destrozado la mía. Hiciste que una niña de 5 años no haya podido crecer, no haya sabido vivir y que su mundo sea en gran parte una farsa. Mi niña detuvo su tiempo a los 5 años y para compensar esa atrofia, ha vivido y desarrollado solamente su faceta profesional y social, pero… mi niña no ha desarrollado adecuadamente su faceta emocional y sobre todo su faceta sexual. No lo ha podido hacer y te maldigo por ello.

Gracias a ti no he vivido. He sido una sombra. He pasado por la vida escondiéndome de mis propios fantasmas (esos que tú me dejaste), con mucho sufrimiento. Un sufrimiento oculto que los demás no entienden y es por ello aún más duro e injusto.

Gracias a tu egoísmo de adulto sin escrúpulos, gracias a tu mal hacer, gracias al monstruo que fuiste (y eres, porque igual que yo no puedo quitarme de encima mi pasado, tú tampoco puedes quitarte el tuyo, y de eso sí que me alegro), gracias a lo mala persona que eres….. yo soy sólo una persona “a medias”, una persona deformada y con taras emocionales tan profundas, que han impedido que yo viva como me merecía. Porque me merezco ser feliz y no lo soy. Mientras tú vives como no te mereces. ¡Qué injusta la vida! ¿no?.

Cuando me usaste para tu propio beneficio y placer, olvidaste que yo también contaba. Olvidaste que yo era una niña y olvidaste que yo no te hacía ningún daño. Sin embargo tú te aprovechaste de mi inocencia, me manipulaste y me maltrataste….. Piensa en tus hijas, si hubieran pasado por lo mismo que tú me hiciste pasar a mí….. ¿ó es que también se lo has hecho a ellas?

He tenido que fabricarme un muro alrededor, para protegerme y poder sobrevivir. Para proteger a esa niña que aún sigo siendo (inocente, confiada y vulnerable) y que no me vuelvan a hacer daño. He tenido que impedir que nadie entre en mi vida y construir todo un mundo interno imaginario en donde soy feliz y me expreso, amo y soy amada, no tengo miedo y me veo valiosa y merecedora de todos los afectos del mundo. Pero todo este mundo que me imagino es pura mentira, no existe y me duele que no exista. Te odio por hacer que solo pueda vivir en mi propia imaginación, porque el no dejar pasar a nadie también me duele. ¿Ves lo que has conseguido? ¿Te lo has planteado alguna vez? ¿Crees que tú serías feliz si te sintieras así?

Cuando abusabas de mi niña, ¿qué pensabas? (aunque supongo que no pensabas). Y después, cuando ya habías acabado, ¿estabas orgulloso de tu hazaña?.
Cuando después me vestías (yo era tan pequeña que a lo mejor hasta me vestías tú, no lo sé porque eso yo no lo recuerdo), ¿te sentías bien?, ¿también te causaba placer?
¡Qué hijo de puta eres!

Gracias a tus falsas muestras de cariño, yo ahora, a mis años, estoy tan confundida como entonces. Soy incapaz de distinguir las diferentes facetas del amor, del cariño. No sé distinguir cuándo alguien no me quiere y sólo me utiliza. No sé distinguir cuándo alguien me quiere como amiga, pero no de otra manera. No sé distinguir cuándo los que me rodean me quieren como soy. Y lo más doloroso para mí: no sé distinguir cuándo alguien me quiere de verdad, por lo que soy, porque piense que soy valiosa. Y toda esta confusión hace que no haya sabido estar en esta faceta de mi vida, que me la haya perdido, que me haya aferrado a lo que no era y haya dejado pasar por no ver lo que sí era.

Yo siempre he pensado que nadie me ha querido porque yo no valgo la pena en ningún sentido. Este pensamiento lo llevo tan grabado, que no sé si algún día me lo podré quitar de encima. Y ahora, por primera vez en mi vida, estoy pensando que seguramente yo he sido la que lo ha impedido muchas veces, y otras no habré sabido reconocer que me han podido querer. Seguramente no existe la persona que sea capaz de romper el muro, que yo lo deje y que toda esta soledad acabe. Y ¿sabes algo más?, esto también duele: duele que no me quieran y duele que no sepa dejarme querer.
Como ves, tú disfrutaste conmigo, no sé si mucho ó poco, pero satisfacías tu cuerpo. Sin embargo, a mí sólo me has causado daño y dolor. ¡Maldito!, ¡maldito! y ¡maldito!.

Vivo dentro de mi castillo de cristal. Aquí dentro me permito vivir y sentir. Pero ya te he dicho que no es real. Hasta ahora me había bastado. Pero ya no. Quiero darle un golpe al castillo y derribarlo. Quiero que entre el aire de la calle, que mi corazón se airee y aunque sea de manera acelerada, vivir los años que no he vivido. 

¿Y sabes qué pasa? Pues que tú has conseguido que yo no sepa hacer esto que tanto necesito.
No sé vivir sola y sin embargo estoy sola. Y tú tienes la culpa.
No tengo una familia propia, y creo que hubiese sido una buena pareja de alguien y una buena madre, y sin embargo ni tengo ni he tenido pareja, ni hijos. Y tú tienes la culpa.
Todos me dicen que soy valiosa como persona, sin embargo yo me menosprecio y me siento sin valor, como un objeto usado y preparado para tirar a la basura. Y tú tienes la culpa.
Tengo un resentimiento hacia mis padres que me corroe. Y tú tienes la culpa.
No sé distinguir el cariño y el acercamiento de los demás, siempre lo malinterpreto, necesito que me lo traduzcan y evidentemente nadie tiene la obligación de comprender mis miedos como para que yo pueda estar cómoda. Y tú tienes la culpa.
¿Cómo te sentirías si estuvieras en un planeta extraño, con un idioma que no entiendes, teniendo que sobrevivir? Pues así estoy yo y tú tienes la culpa.

Tú tienes la culpa de mis dificultades, pero también te digo que yo voy a tener las agallas de superarlas. Y cuando lo consiga te enfrentaré a la cara, porque no estoy dispuesta a que me mantengas muerta en vida, ya me has torturado bastante y ¡hasta aquí hemos llegado!. A partir de ahora todo lo que consiga van a ser triunfos y finalmente te derrotaré, porque mi triunfo supone tu derrota.
Tu monstruo ya no es tan fuerte y yo ya no soy tan débil.
¡Maldito, maldito y maldito! ¡Te odio!

ANÓNIMO

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Participa con tus contribuciones y comentarios