jueves, 30 de agosto de 2012

Mi amiga y mi TLP


El día que me diagnosticaron TLP y principio de Bipolaridad por culpa de una infancia de maltratos y abusos el mundo se me vino encima. Mi vida cambio por completo, mi profesión, mis amigos, mi familia....Perdí cosas en el camino pero comenzó mi aceptación. 

Ese paso empezó al confesarselo a una amiga, me trató igual que siempre solo me dio lo que carecía comprensión, apoyo y dos buenos oídos. Me trató como la misma persona que en realidad seguía siendo a pesar de mi negación por aceptar que no solo era una enferma, solo tenia limitaciones que tienen tratamiento y solución. 

Aprendí junto a ella a conocer mi enfermedad, me escuchaba los días buenos y los días malos siempre al pie del cañón. Apoyando mis iniciativas y estimulando mis ganas de luchar. Cuando me vi destruida creyendo que nada seria igual, como ángel calmó mi dolor. Se puede vivir con ello como he vivido con muchas cosas más, seguir creciendo cada día y no dejarme vencer. 

Me enseñó la lección que muchos olvidan tener humildad. En la vida todos van a lo suyo olvidándose de las personas e inclusive de sí mismos. Ella se paró y me ayudó. Me hizo entender que soy la misma persona con o sin trastorno, que soy valiente y sacó el coraje de nuevo dentro de mí ser. 

Pero cómo lo vive ella, cual es su punto en la historia pues añado su sentir al mio en este texto:

Querida amiga me has preguntado cómo te veo y qué siento, desde que me compartiste sobre tu diagnostico de principio de bipolaridad, quiero decirte que sentí mucho miedo, tuve temor de herirte con mis palabras o acciones, de ser torpe y meter la pata sin querer, tuve miedo por desconocer sobre el trastorno pero sobretodo porque me enfrenta a mí propia historia familiar la cual aún no trabajo, me enfrenta a mi propio diagnostico de depresión profunda y a todos mis miedos y estigmas sobre enfermedades mentales, y quizás de no haber comenzado un proceso de sanación como sobreviviente de abuso sexual, mi reacción en otro momento, hubiese sido la de distanciarme, pero ya no quiero huirle más a la enfermedad, ni al dolor, ni al tuyo, ni al mío. Ahora reconozco que puedo y quiero (que es más importante el querer) ser una de tus compañeras en este viaje, lo emprendo ya no desde la ignorancia, si no desde la realidad, teniendo los ojos bien abiertos, reconociendo mis limitaciones y las tuyas, sabiendo que no siempre mis palabras, ni mi apoyo será el adecuado, que no siempre lograré comprender tus estados de ánimo, pero lo seguiré intentando y te pido tengas paciencia, estoy derrumbando murallas gigantes de años de ignorancia e indiferencia aprendida, de mensajes negativos con los que crecí, estoy re-educándome. 

El cómo te percibo no ha cambiado, sigues siendo la misma mujer a la que admiro y respeto. La forma en que estás lidiando con este nuevo obstáculo es digna de admiración y sé que lo sabes bien, te has dado el permiso de sentir el dolor, la frustración, la rabia pero igual te has levantado, se que tienes las fuerzas necesarias para seguir adelante y si estás fallan se que también has aprendido a pedir ayuda, lo que no te hace menos, al contrario, más humana. Por eso hoy quiero decirte que cuentes conmigo! 


AMIGAS SOBREVIVIENTES



lunes, 27 de agosto de 2012

EL PROFESIONAL PERFECTO.

Creo que llega el momento ,ese en el que te paras a pensar,te sientas y echas la vista atrás,y ves todo el camino recorrido.

Por un lado te sientes orgullosísima de tí misma,de ver lo que has progresado,pero por otro es imposible no sentirse frustrada si los acontecimientos hubieran sido de otra manera.
Y no, no estoy pensando en qué hubiera sido mi vida si no hubiera sido violada,abusada o maltratada.

Estoy pensando en las decisiones que se tomaron al respecto una vez rompí mi silencio.
Siempre creo que hay algo que es lo que nos obliga a hablar a soltarlo,porque hay un detonante o simplemente ya no podemos más con la injusticia en la que se convierte nuestras vidas.
En mi caso fue la boda de mi hermano.Se casó en febrero y apenas se fue de casa ,yo tuve una crisis enorme,discutí con mi padre,y me fui de casa.

No fui lejos,no tenía medios,pero me escondí en la casa de mi hermana,y durante tres días me escuché,lloré ,y tomé la decisión;hablaría con mi madre.La primera reacción no fue buena, ni la suya ,ni después la mía.
Creo que se sintió fracasada,creo que no supo que hacer,pero aún así lo intentó.Me llevó a nuestro médico de cabecera,y me hizo contarle lo que le había dicho,eso sí la versión corta siempre.
No hubo un reconocimiento médico,nadie me insistió en que dijera quién me estaba violando,no sufrí presión de ningún tipo.Tampoco hubo denuncia y yo era menor,pero tenía los dieciséis,algo que estaba en mi contra porque legalmente las relaciones podían ser consentidas.Sólo les pareció que un psicólogo me ayudaría a superarlo todo.
Fuí una o dos veces,pero no quise hablar del tema y me dijeron que así no me podían ayudar...
La otra opción viable,alejarme de allí.

Eso decidieron,entre mi madre,mi hermana y no sé quien más.Sólo fueron tres meses los que duré fuera,y eso que me dieron la posibilidad de seguir alejada,pero sabía que me quedaba algo pendiente.

Sin embargo estos tres meses,supusieron el final de lo que estaba viviendo.Hoy lo veo como algo muy positivo,aunque en aquel momento en el que me alejaban de mi poca familia,de mis pocos amigos,fue como si me grabaran a fuego la sensación de ser culpable...
Tras la vuelta,tomé una decisión y fue la de comprometerme con la terapia;acudiría hasta conseguir el alta.

Cinco años de terapia,en los que sólo trataron de que no muriera,en los que usaban métodos muy poco ortodoxos creo,sólo para intentar alejarme de un pensamiento.De algo sirvió ,o no sé si aquel psicólogo se rindió y me dio el alta.En cinco años no fue capaz de sacarme nada de los abusos de mi hermano,del mal tratador de mi padre,de los abusos de Francisco y mucho menos de la violación y posterior "relación " con mi vecino.Y su peor decisión fue decirme que no podía estudiar, que en aquel momento tenía que dejarlo,que ya lo retomaría.Nunca lo hice.

Pero tenía el alta,y entonces fui yo la que huyó.Viajé a Mallorca,donde sigo,desde hace casi 15 años.Tras tres años más o menos bien mi vida cambió,y volví a lo mismo,a la manipulación ,al abuso,sólo cambiaba el escenario pero la película  era la misma en el fondo.
Aún así aguanté,pero tras diez años,mi caída fue en picado.Separada,con dos peques,un ex al que prefería tener lejos y una situación económica inestable.

Volví a la depresión profunda,y tras el fondo de todo yo sabía cual era mi problema,así que con 30 o 31 años sabía perfectamente qué debía tratar.Otra cosa era la respuesta del otro lado.
Se lo conté a mi médica de cabecera,y obviamente,le di una versión corta de nuevo,pero suficiente para ser remitida a psicología.Y aquí he de criticar la profesionalidad de algunas personas que se creen con derecho a decirte frases déspotas,o que creen que te harán dejarlo estar..."porque cuanto más se remueve la mierda más huele".También he de criticar la actitud ante los pacientes.


El de escuchar y ni siquiera plantearse un plan de choque,reaccionar ante un hecho que hace que una persona piense en morir,que su culpabilidad ,la lleve  a beber cada día,que sea incapaz de arreglarse porque cree que hay algo en ella que atrae a los hombres y los obliga a hacerle daño,que se rapa la cabeza al cero porque sentir que alguien le pueda agarrar de él le da pánico,pero no no reaccionan.Quedan impasibles y tú te vas despeñando por ese acantilado y no hay ni siquiera una mata de tomillo donde agarrarte para salir.

Empiezan los intentos suicidas,pero el hospital se encarga,te dan la posibilidad de que cuando te sientas mal te vayas a urgencias y allí te tratarán,pero cuando sales,y de nuevo acudes a su terapia,te das cuenta que no fallas tú,sino ellos,los que no saben,no quieren o simplemente prefieren no abrir la caja de Pandora,esa que tú ya tienes más que abierta.
Un día pido traslado porque me mudo y durante mi última sesión,me reconocen que no sabía qué hacer conmigo,que se le habían acabado las ideas...y yo salí preguntándome ¿pero alguna vez tuviste idea de qué me pasaba?...Profesional nueva,le cuento mi  historia y toda prepotente me dice que ella sí sabe tratar mi caso.
Tres sesiones para que me dijera lo mismo de siempre que era yo la que no ponía de mi parte,que aquellos estaba pasado y que mis problemas eran otros como mi separación ,mi ex,la manera de educar a mis hijos,...y yo una vez más le dije que mi problema estaba más oculto de lo que ellas querían mirar,y que si no iba a tratarlo no tenía más que hacer.
Me levanté y me fui.

De camino a casa,perdida,sin esperanza y con un único pensamiento de" nadie me puede ayudar,he de hacerlo,me he de suicidar..."
Llegué a casa,ojeé las mismas páginas de siempre,me desahogué en el foro como venía haciendo cada día,y seguí buscando...Hoy pienso que eso me salvó la vida...
Bueno me la han salvado un par de veces,bueno unas cuantas...
Visité de nuevo mis páginas preferidas,todas de abusos como no,sobre todo cuando toda mi vida rondaba en y para ello.

Y de nuevo visité la página de RANA.
Releí toda la información,casi la tenía memorizada,conocía todo lo que ofrecían pero una vez más pensé que no estaba a mi alcance.La cerré,me tomé un par de pastillas y me propuse dormir.Desperté tarde y de nuevo me puse a visitar las mismas páginas de siempre,y de nuevo visité RANA,y volví a releer...sólo que esta vez en la esquinita vi una palabra:"CONTÁCTANOS".

Lo pulsé y empecé a escribir con derrotismo,sólo conté que había sido abusada,y que no sabía quien lo leería o si llegarían a hacerlo,pero les daba la enhorabuena por su labor...eran las 22:36 .Le di a enviar.Mi vida cambiaría en horas y aún no lo sabía.
Ni doce horas pasaron cuando me respondieron.Alguien me ofrecía su ayuda,pero aún así le contesté que no estaba lista,pero que lo tendría en cuenta,y le agradecí su interés.
Tardé una semana en coger el teléfono,estaba descentrada en el trabajo y una muy buena amiga y jefa me dijo que qué me pasaba y le dije que tenía dudas si debía llamar o no.

Entró en la oficina ,sacó el teléfono inalámbrico y me dijo,ve al baño y llama.
Obediente como nunca,lo hice.La mejor llamada de mi vida.Al otro lado Beatriz,la misma que me había respondido a los emails.

En segundos supo quien era y no necesité hablar apenas.En dos días me propuso una primera entrevista.
Hablamos ,como pude le conté mi historia,aunque en versión "rara".Por primera vez hablé de mi hermano,de Francisco,pero mi vecino lo dejé caer sin ningún peso.
Al día siguiente,tendría mi primera sesión con ella,y comenzaría la única terapia que vale,la de hablar del tema,sacar el odio,el rencor,la rabia,y ver hasta dónde estamos dañadas.
Desde la primera cita me sentí conectada con ella,cosa que nunca había sentido.
Nunca me sentí juzgada,tenía mis respuestas a todas las preguntas que se me presentaban,y es más hasta los días que parecía que no podría sacarme ni un buenas tardes,terminaba sacándome lo más oscuro que había en mi mente ese día.

Comencé un GAM,y también fue una experiencia única donde poder sacar y reconocer todo el dolor que nuestras vivencias nos hacen arrastrar.Puse cara a gente como yo,conocí a mi otra familia,en un primer momento la llame "mi familia rara",aunque hoy es la única que siento tan cerca de mí que me llena de verdad.Antes critiqué a muchos profesionales,ahora me toca alabar.

Nunca se le acabaron las ideas,y aún no se le acaban,su esfuerzo es infinito ,está siempre,nunca se ha quitado el muerto de encima,en mitad de una crisis por teléfono ha sabido manejarme,y mi aprecio por ella es el mismo que siento por mi vida hoy ,y el mismo que siento por RANA.


Hace poco alguien a quien le comenté lo que RANA había hecho por mi ,me sugirió que ojalá algún día llegara a haber un RANA en cada provincia...
Creo que es el mejor resumen que se puede hacer de mi vivencia con ellos.
Profesionales como la copa de un pino,muy comprometidos con la causa,luchando por obtener un euro que les pueda ayudar a dar un grupo más,una sesión más de terapia gratuita,luchando ,no paran de hacerlo,y creo que no hay mejor espejo.
Si alguien de manera altruista ,es capaz de no desfallecer en la lucha,hemos de responder ,no podemos dejarnos caer,hemos de luchar con el mismo tesón que ellos,con nuestros medios que son los suyos,haciéndonos oír,BASTA DE SILENCIO!!!


Dedicada a RANA,y en especial a Beatriz Benavente.
Gracias!
MI GRAN FAMILIA RARA!!!



Cuando enough is enough.


Como sobreviviente he pasado por muchas situaciones de abuso, sea porque no he aprendido a poner límites, sea porque le tengo miedo a la soledad, al rechazo, al abandono, pavor al enfrentamiento, a la violencia verbal, a la física, sobretodo como es mi caso, si vienes de un entorno familiar en el que estaba prohibido expresarse y cualquier problema se resolvía con un golpe, gritos y humillación, sean cuales sean mis razones para seguir soportando en mi vida la existencia de relaciones tortuosas y humillantes, llega un punto en el que debo tomar una decisión, siempre sucede algo que me enfrenta, que me lleva a una encrucijada en la que debo decidir entre esa relación y yo. Ese punto llegó este jueves pasado.

Me tomó 4 años y medio darme cuenta que esta relación había caducado hace mucho y que sólo he estado prolongando la despedida, me tomó mucho "aguante" ya saben conversaciones tras conversaciones en las que te das cuenta que todo lo que le has compartido a esta persona en tus momentos más vulnerables es usado y será usado en tu contra, que todo secreto compartido es un arma que utiliza sin el menor remordimiento con tal de herirte o de echarte culpa de todo lo malo que sucede en la relación, es duro, me rompió el alma muchas veces con sus palabras y todas esas veces la perdonaba o la justificaba por su historia de abuso demasiado parecida a la mía, por haber perdido a su único hermano como yo por suicidio debido también a los abusos sufridos en sus infancias; la perdonaba porque si, porque se lo que es estar sola, sin familia, porque su forma de abuso al inicio fue tan sutil que me tomó mucho darme cuenta de que no era posible de que yo fuese la culpable de todo, quizás también tenga mucho que ver que hace años no tenía las herramientas que hoy tengo a mi favor y que no me permiten seguir cerrando los ojos a estos abusos, herramientas aprendidas en terapia y  con mi GAM, lo que fue sutil años atrás hoy me resulta insoportable. 

Hoy no quiero seguir tolerando sus palabras hirientes, sus carcajadas impregnadas de sarcasmo, su manipulación descarada, en esencia: su compañía tóxica. Para mi este jueves pasado enough was enough, es decir: ¡hasta aquí llegaste, no te permito más tu veneno en mi vida! ¿Cuál fue el detonante? sencillo, llegó a la vibra más sensible de mi alma, el límite, cruzó esa línea de la que no hay retorno. Una vez más estaba en una conversación en la cual no respetaba mis límites, mis deseos de no querer compartir una situación dolorosa por la que estoy pasando, muy educadamente y más sincera que educada, le dije que prefería mantener esos temas en terapia o con mi GAM, a lo cual por supuesto reaccionó como sólo ella puede reaccionar, burlándose y atacándome con lo que sabe me va a doler, se los dejo textual, no quiero olvidar sus palabras ese día, porque la próxima vez que me busque cuando se sienta sola, quiero recordar de lo que es capaz para no volver a caer en ese círculo vicioso en el que me compadezco de sus necesidades olvidando las mías.
Jajaja tranquila no tengo interés en saber ni en insistir en qué te pasa, ya sé cómo sos, sólo te lo pregunté por molestarte, se me olvidaba que tu estado natural es la amargura y el enojo...que TODO lo tomas a mal.
En su momento me dolieron mucho, fueron como brasas que me atravesaron, bien duras, pero luego mi mente se lleno de pensamientos positivos, pude escuchar las palabras y consejos de mi terapeuta, las palabras de ánimo de mis compañeras de GAM, más importante aún: mi voz interna.  Pensé, ha llegado el momento de ponerle un alto, ha sido suficiente, si dejo pasar esto, voy a perder lo que me queda de dignidad. Me dolió tomar la decisión de sacarla de mi vida, pero me dolía más la certeza de que si se lo permitía, seguiría limpiando el piso con mi autoestima. El tan conocido autocuido del que tanto hablo para mi misma y que tan poquito hago realidad, en ese momento fue determinante, lo que me quedaba de orgullo también lo fue y debo decir que me sentí muy bien, una sensación de sanidad grandísima, de usar una metáfora sería como si me hubiesen extirpado un tumor maligno gigante ubicado justo al lado de mi corazón, así de bien, así de libre y por los años de experiencia que tengo en malas relaciones, que no son pocos, esa es una señal inconfundible de que he tomado la mejor decisión para mi vida.

Escribo esta entrada porque no es la primera vez que leo a otras sobrevivientes tocar el tema de estar en relaciones abusivas y sus imposibilidades para salir de ellas, para algunas tomará más tiempo que para otras, los detonantes serán distintos, los abusos menos o mas sutiles, no lo sé, cada quien sabe lo que tiene en sus vidas y lo que permite. Yo sé que a esta persona le guardo mucho cariño, respeto por lo que ha logrado en años de terapia, eso se queda conmigo y me da gusto que sea así, ella fue una persona muy significativa en momentos específicos, pero la cuestión es esa, precisamente esa: ¡fue! no lo es más y eso tampoco es malo, ni tiene por qué ser causa de tristeza, no todas las personas que se cruzan en nuestros caminos llegan para quedarse, cumplen un propósito y luego lo natural es que cada quien siga su vida, lo natural y sano debería ser crecimiento. 

Quizás nos venga bien abrir más los ojos no sólo los físicos, si no los del alma, aprender a escuchar esa voz interior, muy sabia por cierto, que pocas veces se equivoca y en las que si lo hace, es porque desconfiamos de nuestro instinto, porque no hemos aprendido a dejarnos llevar. Creo que la decisión es fácil de tomar, siempre y cuando se esté clara de lo que NO estás dispuesta a seguir tolerando, es fácil cuando a pesar de querer a esta persona, te quieres más a vos misma, es fácil cuando sabes que lo has intentado muchas veces y el comportamiento persiste, es fácil cuando estás lista para cortar de raíz y te alejas sin mirar atrás.

En mi caso ha sido una amistad, pero lo he aplicado a todo tipo de relaciones, familiares sobretodo, me tomó la mitad de mis años sacar de mi vida a mi padre y quiero confesar que la necesidad de cariño me toma por sorpresa de vez en cuando, pero es más grande mi instinto de supervivencia que esa necesidad que yo sé va a ir perdiendo fuerza a medida que aprenda a quererme más, a estar sana. Se puede y se debe procurar la paz, buscarla como el tesoro más preciado, nadie tiene el derecho de usar nuestras confesiones más íntimas en contra nuestra, no es negociable, ¡no más!

Por último, me gustaría recordarme a mi misma, lo que unas compañeras de foro y de mi GAM me dijeron una vez: ser sobreviviente no es sinónimo ni garantía de ser solidario, humano, empático, confiable, etc. Esa idea preconcebida fue lo que me mantuvo en esta relación de abuso tanto tiempo, yo asumí que podía confiarle todo y no sería usado en mi contra, asumí que estaba "segura" que ella entendía bien todos mis miedos y limitaciones por haber pasado por lo mismo, ese "asumir" fue lo que me cegó por años, no todas las personas son dignas de nuestra confianza, sean o no sobrevivientes, no todas las personas son dignas de que compartan nuestro tiempo y espacio, es valioso, sólo tenemos una vida, ¿A quiénes les estamos permitiendo que estén en ella? ¿Te aportan positivamente? ¿Creces? Es bueno hacerse estas preguntas de vez en cuando.

Inicio mi semana sin la presencia de esta persona en mi vida y me siento bien, le deseo lo mejor, hoy sus palabras no me afectan más, hoy no siento que este obligada a estar a su lado por lo bueno que haya aportado en mi vida, hoy la dejo ir y abro las puertas a lo que ha de venir con su partida.

ANÓNIMO

martes, 21 de agosto de 2012

EN UN HILO DE VOZ.

 Secuelas y secuelas es lo que arrastramos y aún así no nos dejamos vencer. Tras una infancia de maltratos y abusos sexuales, tras un matrimonio de maltrato psicológico ahora me diagnostican trastorno de personalidad emocional, principio de Bipolaridad....  

Un duro golpe ahora que empezaba a aprender a vivir con todo. He tenido que dejar mi profesión porque no puedo trabajar, he perdido la custodia de mis hijos, amigos y me quedé sola aceptando otra secuela. Dos intentos de suicidio y sentir vacíos que rondan.                                

Si supieran el daño que causan, si hubiera más protección para los niños no llegaríamos a ser adultos con problemas. Ahora los miedos salen de nuevo porque he de aceptar y afrontar y empezar de cero otra vez, se que soy la misma persona pero hasta miedo me da contarselo a los más cercanos por miedo a un rechazo o que no me traten igual.  

Pensaba que había tenido suficiente, pero aún tengo que luchar. Los abusos sexuales y los maltratos dejaron en mi edad adulta la peor marca, no solo su recuerdo sino su efecto. Ser una persona enferma que no sabrá que será el día de mañana, nuevos retos, nuevos miedos y cansada de secuelas...  

Se que muchos sobrevivientes tienen patologías diferentes que todos quedan marcados de por vida y es hora de seguir aunque sea con mi último aliento....   

Detrás de cada sobreviviente hay una persona que sufre mucho, que lucha cada día por romper silencios y barreras. Hay seres humanos muy especiales llenos de generosidad, amor, bondad, inteligencia y fuerza de voluntad.        

Debo afrontar esto como un sobreviviente aunque no tenga fuerzas porque nos lo debemos, bastante hemos pasado y no quiero firmar con mi último aliento una derrota y una victoria para los pederastas.... 

     ANÓNIMO

domingo, 19 de agosto de 2012

Recordando...


No recuerdo como empezó todo. Una vez le pregunté,por supuesto yo le había provocado. Nunca lo creí del todo y sin embargo sentí culpa. ¿De verdad su mente estaba tan enferma como para creer que una niña de tres años que se levanta la falda busca sexo?...
No sabía que era aquello. Con seis años tengo consciencia de haberme masturbado porque me gustaba sufrir,me creía malvada por ello.
El vocabulario de una niña es limitado,pero no elegí una palabra buena para definir el placer. Siempre supe que ese secreto era malo,pesaba como una losa y me hacia sentir sucia. Sufría aún sin saber como llamarlo.
Estaba tan acostumbrada al abuso y al silencio que simplemente le dejaba hacer.
Detestaba el momento en que llegábamos al garaje. Es como si avanzara a cámara lenta y viera la película desde fuera. Entrabamos al coche,me sentaba en el asiento del copiloto y esperaba que fuese lo más rápido posible para acabar cuanto antes. El día en que empezó a ser obligatorio tener un orgasmo también anda perdido en el abismo,no así la percepción de que tenía que fingirlo para quitármelo de encima. Tal vez siempre fue así.

Fue una etapa de resignación. Acataba sus órdenes como un manso corderito. Hasta ahora sólo tenía en mi mente la culpa y la suciedad,para bien o para mal otra sensación ha invadido todo,el asco. Mi mente decidió dejarme entrever como habían sido los abusos con imágenes vacías. Al recuperar las sensaciones que las acompañaban es posible que libere un poco mi carga, podía ser cualquier cosa menos agradable.
Lo peor,sus besos,eran absolutamente repulsivos,no se si después de revivirlos podré volver a besar a un hombre algún día.

A pesar de todo nunca pude odiarlo,ni quererlo. Es una frialdad,una indiferencia glacial. Como si mi corazón se hubiera congelado. Por un lado era mi abuelo,a pesar de que nunca me permitió llamarle así. Por el otro el desgraciado que me robó la infancia. Lo único que me inspira es repugnancia.

Hubo una época en la que incluso traté de justificarlo. Llegué a sentirme agradecida de que no me penetrara. No me parecía doloroso porque en algún momento mi cuerpo dejo de sentir y se transporto,yo veía la escena y ya. Hoy también se que muchas veces me hizo daño. Es increíble que solo me quedara con una parte,la parte en la que me entregaba sin rechistar. Desde que tengo uso de razón me torturo por ello,cuando en verdad lo que le tenía era pánico. Cedía a su manipulación porque no veía otra salida.
Cuando leo historias realmente duras de otros supervivientes he pensado muchas veces que mi agresor era menos malo. Pero un abuso es un abuso aunque sea una vez,suave y te llegue a gustar. En el momento que se rompe esa barrera,se rompe nuestra inocencia,nuestra infancia y nuestra alma.

Hace tres meses me habría matado antes de confesar parte de lo que aquí escribo. Como estoy cambiando,ahora no sólo lo cuento,es que no entiendo porque he tenido tanto secretismo.
Nos han hecho creer que al hablar se nos iba a juzgar y a repudiar. 
El mundo al revés,la víctima con la culpa y la vergüenza y el victimario tan campante con su orgullo pedófilo y su cinismo.
Pero es que el daño ya está hecho. Quien sea tan imbécil de creer que un niño puede provocar a un adulto no merece nuestro silencio.
Uno de cada cinco niños merece que hablemos,gritemos,luchemos y rompamos con todo.
Aunque no quieran escuchar al menos tendrán que oírnos.


Porque la culpa es el sentimiento que más nos paraliza y haber llegado a sentir placer nos hace sentir tan sucios y tan culpables....
Para mí leer en el blog de Némesis que no era la única fue muy liberador y es lo que me llevó a escribir sobre ello. Es tan duro de admitir que cuando he dado la dirección del blog a mis amigos lo único que temía eran las dos entradas que hablan de este tema.

Me gustaría escribir algo más específico para vosotros,quizás no tan inundado por mis sentimientos y más tipo relato. Algo así como mi testimonio...
Trabajaré en ello y cuando lo tenga os lo envió.

Gracias por esta oportunidad,enfrentar el abuso es una parte,pero servir de ayuda a otros y tratar de concienciar a la sociedad de esta es la parte que me hace sentir útil. Uno de los motivos que me llevó a publicar mis pensamientos.

Un abrazo.

miércoles, 15 de agosto de 2012

Le saqué el juego a mi sesión de terapia individual


Es interesante cómo un concepto físico como la relatividad se puede hacer tan evidente en una sesión de terapia individual, de esas que una sabe que has sacado mucho provecho, que te la has currado, saliste con raspones, bien jodida, revolcada, en la que apenas llegas y te sueltas a llorar y no puedes (ni debes) parar, pues eso exactamente me pasó ayer, descubrí que el tiempo es relativo, una hora de terapia en la que no estoy presente, es una hora perdida, una hora en la que no me comprometo con mi proceso: es una hora eterna, en cambio, una hora en la que llego con las emociones a flor de piel, con el llanto saliendo por todos lados (por la nariz, ¡qué pena!, ayer dejé que mi terapeuta se encargara cariñosamente de mis mocos) es una hora tan cortita, hoy quiero compartirles lo que muchas de nosotras ya sabemos: el bienestar que se siente al haberle sacado el jugo a tu hora de terapia individual!

Algun@s habrán leído una carta de "agradecimiento" que le escribí a mi madre y abuela hace un par de días, lo pongo entre comillas, porque fueron más reclamos que agradecimientos, esa carta fue el tema central de toda la hora, que alivio el permitirme sentir toda la rabia contenida por años, rabia que salió en forma de llanto, de temblores en todo mi cuerpo, de un dolor que por momentos ahogaba mi voz, sentí tanto, como me dolió, me sorprendí de mi capacidad de sentir, ¿a ustedes les ha pasado? ¿Se han creído secas por dentro?, ¿Han creído haber llorado demasiado de niñas, adolescentes, adultas, que ahora no pueden llorar más? eso me pasa a mí, me cuesta horrores poder llegar al llanto, conectarme con la tristeza para mí no tiene puntos medios, es estar sufriendo a corazón abierto o no sentir nada. Aún tengo presentes las palabras de mi terapeuta, como si la tuviese al lado: ¡así me gusta verte! no se asusten, no es que le cause placer verme en ese estado de crisis, es que si ustedes me conocieran en el día a día, me dirían lo mismo: ¡así queremos verte! sintiendo, viviendo, sin caretas, abriendo heridas para que puedan sanar. No hay forma bonita ni mágica de pasar por esto sin una cuota real de dolor, me descubrí negándome ese hecho, no hay forma de que salga de esto si le sigo teniendo tanto miedo al dolor, a sentir.

Tengo la certeza de haberle sacado el jugo a mi terapia ayer, lo sé porque además de lo obvio: llorar a mares, sentí cada emoción, todo mi cuerpo estaba vivo, todo crujía, me faltaba el aire, me sentí vulnerable, me dolía la piel, me temblaba la voz, todo en mí gritaba ¡estás VIVA!, también lo sé por los hallazgos: de un tema central salieron muchos más y sé que van a seguir saliendo como cucarachas, duras de matar, se que aproveché mi hora al máximo porque al final de la sesión, el reto es comenzar constelaciones familiares para ir sanando esas heridas, significa progreso, ¡ estoy lista! Sólo siendo sobreviviente se puede comprender la alegría de asumir nuevos retos que sabes te van a doler, no parece coherente, pero es así, estoy lista para otros dolores, viene a mi mente unas palabras del Coraje de Sanar: dolor sufrido uno menos por sentir!

Sé que fue de provecho y quiero celebrarlo porque de casi año y medio de terapia, de sesiones semanales, si he llorado en 4, es mucho decir, así de duro es para mí atravesar todas esas murallas, no se lo deseo a nadie, que horrible tener que caer hasta el fondo del abismo para poder abrirte. También se que fue todo un éxito, porque descubrí el por qué odio tanto que me digan que soy fuerte: ¿Qué connotación tiene para mi esta palabra? ¿debería ser positiva, no? pues bueno, no lo es "era" para mi, al contrario, ser fuerte ha significado enterrar lo que he sentido toda mi vida, para que nadie a mi alrededor sufriera, ser fuerte ha significado anularme, matarme una y otra vez, ha significado inventar personalidades, que aún me asfixian, por eso y mucho más la expresión: ¡Que fuerte que sos! la repelo, cambiar la connotación de esa frase es un gran avance, poder recibirla con agrado me parece utopía, pero algo cambió en mi ayer, no me resulta tan odiosa después de comprender que no tengo que callar más, ni tengo que contener mis lágrimas, ni esconder mi dolor, ahora puedo vivirlo, NO, ahora quiero vivirlo. Siento la palabra fuerte, la percibo de otra forma, ahora es: ¡la capacidad de permitirme ser! Por eso sé, con total certeza, que el día de ayer, mi sesión fue un exitazo.

Lo escribo y lo comparto porque sé aunque no quisiera que fuera así, que hay muchas como yo: nos cuesta horrores poder sentir, son tantos los años de estar insensibilizadas que "parece" que nunca más vamos a poder rescatar esa capacidad maravillosa que tenemos como seres humanos, nos fue útil, si, no lo podemos negar, pero ya no lo es, es tiempo de abrirle las puertas y ventanas, aunque se nos venga como avalancha, aunque nos deje revolcadas, porque junto con esos moretones vienen sensaciones maravillosas: poder volver a sentirte la piel, no tiene precio, no lo cambio por nada, no ahora, ni un paso atrás, da miedo, muchísimo, pero vale la pena intentarlo, todo lo que tengo lo doy por sentir, eso incluye irremediablemente: el dolor, no quiero dejarlo fuera, demasiados años pasé "anestesiada" se que conocen el término, le podemos poner todos los sinónimos que queramos, pero al fin y al cabo llegamos a lo mismo: fueron mecanismos para sobrevivir, todo fue válido para no estar presentes en nuestros cuerpos, pues dolía demasiado y no era nuestro momento de sanar. ¿Y ahora? ¿No es acaso zambullirse en nuestros procesos precisamente eso? la búsqueda incesante por recuperar ese mundo perdido de las emociones. ¡Ánimo! se puede y se debe luchar esta batalla, no es imposible, no es un sueño, no nos está prohibido SENTIR, saquemosle pues el jugo a nuestras sesiones, porque es el momento. 

Una última cosa: seamos agradecid@s por la oportunidad de sanar, por los espacios que nos permiten alzar la voz, porque miles no los tienen y eso no es una suposición, tristemente es una realidad. Hace bien abrir los ojos y darnos cuenta que más allá de nuestro dolor, hay mucha luz y esperanza.

¡Gracias por este espacio!

LA RULETA RUSA


El tren pasaba por detrás del edificio donde estaba mi casa. Tanto la cocina como el salón y la habitación de mis padres tenían vistas a la vía que quedaba a la misma altura que nuestra pequeña vivienda. No debía estar a mas de treinta o cuarenta metros de las ventanas. Yo misma muchas veces jugaba con otros niños en un pequeño descampado que había justo entre el edificio de viviendas y la línea férrea. Recuerdo en una ocasión ver a unos unos niños que subieron el terraplén sobre el que descansaba la vía y se pusieron justo sobre los railes. El juego consistía en apartarse justo en el momento en que pasara el tren. Era un juego peligroso porque no tienes la capacidad para controlar tu rapidez de reacción y esquivar la máquina. Es jugar en el filo de la navaja. Creo que yo, con doce años, jugué a algo similar. 

Durante el Año del Infierno le conté a mi hermana y a mi madre lo que ocurría. No puedo rememorar la conversación. No sé si ya se lo había dicho previamente a mi hermana o no. No recuerdo las palabras que empleé o si fue mi consanguínea quien inició el tema. Sólo recuerdo la reacción de mi madre, su cara de preocupación y que se enfadó conmigo. Me habló de que yo era muy mayor para consentir esas cosas, que ya había hecho la comunión, que era un pecado lo que hacía, que ya no era una niña. A continuación me llevó a la iglesia a confesar. No sé si se lo conté al párroco, no sé ni lo que confesé. Pero si recuerdo que al volver a casa mi madre y mi hermana hablaban entre ellas delante de mí para que yo escuchase la conversación: “Supongo que habrá confesado, pero allá ella. Ya sabe que no puede mentir a Dios, y si miente en la confesión miente a Dios”. Una forma muy sutil de meter miedo. Después me dijeron que no volviera con él, que le dijera que no. 

Con trece años me dicen que le diga que no. ¡Qué fácil! ¡Y yo sin darme cuenta de que podía decirle que no! Toda mi infancia aprendiendo que hay que obedecer a los adultos, y ahora me dicen que desobedezca al adulto que mas terror me causaba de todos. A aquel al que había visto desabrochar el cinturón con una rapidez y habilidad asombrosas, y dar dos vueltas al cuero para que no se le escapara. Al que me obligó en un viaje en autocar, cuando yo tenía siete u ocho años, a que yo me comiera también su bocadillo entero –que era tres veces el mío- porque le dije que no me gustaba el pan. “Así te acostumbras a comer pan”. ¿Y resulta que podía decirle “no” cuando entraba en mi cama por la mañana, se colocaba sobre mí y se frotaba contra mi cuerpo? 

Pero tras varios años de abusos es mucho mas fácil decirlo que hacerlo, y yo no lo hice, no le dije que no. Es algo con lo que aún sigo lidiando, para entender el porque a pesar de las palabras de mi madre no hice caso. Yo era incapaz de decirle que no tras tanto tiempo sin negarme. De alguna manera el secreto seguía vigente porque él no se había dado por enterado de mi acusación. No dejó de llamarme, no dejó de asomarse a la puerta de mi habitación, no dejó de tocarme. Y como para él nada había cambiado, para mí nada cambió. 

Recuerdo que a veces, estaba en la cocina con mi hermana, después de que se lo dije, y él se asomaba a la puerta. No decía nada, sólo me miraba y se marchaba. Entonces yo la dejaba sola y me iba con mi padre. Aún no sé porque lo hacía. Y recuerdo que mi hermana me iba a buscar a la habitación y nos reñía. Mi padre la echaba y después me decía a mí de manera cómplice que ella sólo me tenía envidia. Ahora me doy cuenta que eso formaba parte de su juego: Estar con el jefe, con el adulto de mas categoría en la familia y ver como él mismo declara abiertamente que me prefiere a mí en lugar de que yo obedezca a mi hermana y me vaya con ella, te hace sentir orgullosa de ser la elegida. Ante dos ordenes opuestas, siempre obedeces al militar de mayor graduación. Pero para mí era más que obedecer una orden. Tenía la sensación cuando mi padre echaba a mi hermana de la habitación de haber ganado una batalla sin darme cuenta de lo que eso significaba. Como si hubiera sido distinguida ante aquel que hacía y deshacía a su antojo pensando quizás que me otorgaría privilegios que después resultaban ser sólo para su propio beneficio. Un esclavo que se vanagloria de ser el que más se humilla ante su señor. 

Desde ese momento yo interpretaba dos papeles. Uno con mi padre, siguiendo la rutina instalada de los abusos, que ya iban in crescendo, y otro con mi hermana que cuando me llamaba la atención le decía que no se preocupase, que estaría con mi padre solo para disimular y en el momento en que él me “tocara” la avisaría de inmediato. Obviamente nunca lo hice. Jugaba a mi propia Ruleta Rusa. 

Porque siempre me iba con mi padre con la intención de avisar a mi hermana si ocurría algo y nunca supe en que momento el juego pasaba a algo peligroso ni cuándo debía avisarla sin que ella pensara que yo retozaba voluntariamente. En el momento en que él empezaba a susurrar, muy bajito casi sin vocalizar, como si le diera vergüenza hablar del tema, cuando sacaba su miembro y me decía que eso se metía por aquí -señalando entre mis piernas- que así se hacían los niños, yo ya no recordaba que debía avisar a mi hermana, ni a mi hermana ni a nadie, porque todo era confusión. Todo se volvía asco, ansiedad y miedo. Había cruzado la línea. Incluso recuerdo sentir el hormigueo en el estómago en cuanto veía saltar su pene del calzoncillo como un resorte, como esas cajas que cuando las abres sale la cabeza de un payaso sobre un muelle que baila tras la liberación de la presión de la tapa. Y el silencio. Recuerdo que era imprescindible guardar absoluto silencio durante los abusos. Ante la simple sugerencia de hablar, rogar, quejarme o gimotear, su reacción era la orden de silencio absoluto. Ni una palabra, ni un ruido. 

Y todo lo que debería haber hecho es avisar a mi hermana o a mi madre. Pero siempre que cruzaba la línea yo me sentía cómplice y por lo tanto ya no tenía ningún derecho a pedir ayuda. En el momento en que cruzaba la línea, apretaba el gatillo de esa Ruleta Rusa imaginaria en que nunca sabía que ocurriría a continuación. Si me violaría, o se limitaría a masturbarse; si me introduciría algo o preferiría que yo abriese la boca. 

Era mi padre. ¡Maldita sea! ¡Era mi padre! Y me iba con él porque era mi padre. ¿Tengo que justificarme? No me gustaba lo que me hacía, pero era mi padre y yo no sabía decirle que eso no me gustaba. Ahora soy adulta, ahora sé decir a quien sea si no me gusta lo que hace o si se está pasando. Sé argumentar porqué no quiero que me toquen de cierta forma, o que me digan ciertas cosas. Ahora que soy adulta, puedo negarle sexo a mi marido si yo no quiero, por mucho que le ame. Ahora que soy adulta elijo si me apetece o no estar con mi mejor amiga y no sentirme mal por ello. 

Pero entonces era una niña. Y me dejaba llevar. Los niños no pueden elegir. No tienen opciones. Te llevan al colegio te guste o no. Te envían a la cama te guste o no. Te llevan al médico te guste o no. Te ponen vacunas te guste o no. Te obligan a comer legumbres te guste o no. Y yo solo hacía lo que me mandaban. Y aún no sé como él consiguió que yo terminase por ir voluntariamente a su cama. Supongo que llega un momento en que te sientas ante el plato de alubias y te lo comes si necesidad de que tu madre esté detrás de ti para asegurarse que lo haces. 

No quería que me masturbase, solo me gustaban las cosquillas en los pies o bajo los brazos, pero le dejé que me tocara el resto del cuerpo porque no sabía decirle que no, porque era incapaz de decirle que no, porque en esos momentos ni me acordaba que mi madre o mi hermana me habían dicho que le dijera que no. Y le toque su cosa porque él me llevaba la mano allí. Nunca quise tocarle, pero no sabía decirle que no quería tocarle porque me enseñaron a hacer lo que me mandaba mi padre, porque era incapaz de decirle que no, porque en esos momentos ni me acordaba que mi madre o mi hermana me habían dicho que podía decirle que no. ¡Porque era mi padre! ¡Porque era un adulto! Nos enseñan a no ir con extraños, pero no a desobedecer a los adultos que conocemos. Ni siquiera cuando mi padre me empezó a preguntar si yo quería “saber” cómo se hacían los niños, cuando empezó a tratarme como a una alumna inexperta, supe decirle que no. Sé que no le dije que sí, pero tampoco me negué. No me atrevía. 

Era muy, muy pequeña cuando empezó el miedo. Miedo a ser descubierta por dejarme tocar algo que no me gustaba. Miedo a que mi madre se diera cuenta, o mi hermana, o mi Madrina. Y me sentí tremenda mente sola con mi miedo a ser descubierta. A que pensaran que era una niña desobediente sólo por no querer que él me tocara. En realidad yo no quería estar ahí, sólo me dejé llevar, simplemente me deje llevar. Nadie entendería que una niña de seis años no quisiera que su papá le hiciera cosquillas. 

Y con trece años me dicen además que estoy cometiendo un pecado, que debo decirle que no. Simplemente que ya soy mayor para consentir esas cosas. Como si ellos fueran los que decidieran donde se marca la línea que separa la infancia de la adolescencia, como si supieran mejor que yo en que momento tenía que ser consciente de mí misma y fuera capaz de tomar mis propias decisiones. ¿Dónde está la línea? ¿Qué día dejas de ser niño y te vuelves alguien responsable? ¿En tu decimo tercer cumpleaños? ¿El día antes? ¿O a las veinticuatro horas? ¿En qué momento dejas de ser una víctima para ser legalmente un cómplice? 

Hace a penas unas semanas me di cuenta del error de calculo de mi madre y mi hermana: Se confiesan los errores propios, no los de los demás. Recomendarme que confesara los abusos de mi padre equivalía a decir que yo era la responsable. Recomendarme que le dijera que no, sin ninguna acción más por su parte, salvo aparecer de cuando en cuando por la habitación para ver lo que estábamos haciendo, y además regañarme cada vez que había sospechas de actos “deshonestos” fue otra forma de decirme que yo me tendría que sacar las castañas del fuego, que nadie iba a mover un dedo por mí, que si abusaban de mí era porque yo lo permitía. De nuevo cargaron sobre mí la responsabilidad de que cesaran los abusos. Como si presencias una violación y no haces absolutamente nada por ayudar a la víctima salvo indicarle que se escape porque ya es mayor. 

Recuerdo un documental que vi hace mucho tiempo. Hablaba de los leones. Explicaba que las leonas viven en manadas criando a su prole, con uno o dos machos adultos. Al parecer a veces esos machos son desbancados por otro que consigue acceder al grupo de leonas. Y cuando esto ocurre lo primero que hace el nuevo señor es matar a todas las crías para que sean sus propios genes los que se perpetúen en el grupo. La escena me sobrecogió. Ver al enorme macho matar a unos pequeños cachorros aplastándoles la cabeza con un simple bocado de sus mandíbulas me produjo mucha impresión. Vi a las crías tan indefensas que creo que se dejaban matar pensando que aquel adulto solo las iba a transportar como hacían sus madres para esconderlos de otros depredadores. Recuerdo sentirme muy identificada con esos cachorros. Me veía a mi misma de niña dejando que mi padre me manejara como una muñeca y cuando quería darme cuenta de que me hacía daño ya era demasiado tarde para correr y esconderse. 

Las normas son claras: los hijos quieren a sus padres, les perdonan todo, les permiten todo, porque los padres te obligan a hacer cosas por tu bien, porque son adultos que intrínsecamente sabes que te están protegiendo aunque no lo entiendas. Y además se extiende esa percepción de protección a todos los adultos que conviven a tu alrededor: tus otros familiares, tu profesor, tus vecinos, los amigos de tus padres… Creo que eso es innato en el ser humano, en el ser vivo. Todos los cachorros de los mamíferos, todas las crías de todos los vertebrados dejan que sus mayores les manejen a su antojo porque por intuición saben que es para su seguridad. El problema llega cuando esos adultos traicionan el instinto mas primario de la vida: la protección de tu propia estirpe, y además hay quien no hace nada por evitarlo. 

Es posible que el error fuera la ignorancia, el desconocimiento, o tal vez el miedo. Quiero creer que era la ignorancia lo que las hizo pensar que tal vez no era para tanto. Quiero creer que era el desconocimiento lo que las hizo creer que los abusos no llevaban sucediéndose de forma intermitente toda mi infancia. Quiero creer que principalmente era el miedo que inspiraba mi padre, que ante su “sugerencia” de que salieran de la habitación porque estaba con su hija menor y no hacía nada malo, ellas no hubiesen podido hacer más que mirar hacia otro lado para no tener que enfrentarse a él y después regañarme porque no tenían valor para hacer nada mas. 


Durante doce años viví sola la traición de mi padre, y cuando por fin rompí mi silencio no obtuve mas que una pistola para apoyarla en la sien y jugar a la Ruleta Rusa. Porque en mi percepción solo me dieron a elegir entre continuar con los abusos o el castigo por haberlos consentido durante doce años. 

A mi madre y mi abuela


Hace una semana sentí un deseo urgente de agradecer, decidí hacerlo en el foroGAM, comencé escribiendo sobre mis amistades de infancia y lo mucho que les agradezco por haberme invitado a jugar, por no excluirme a pesar de ser callada, “diferente”, por todas las locuras que hicimos, las travesuras, las risas, luego continué dándole las gracias a mis muñecas de trapo, mis juguetes, mi bici, una enciclopedia de mitología griega que fue mi escape cuando todo a mi alrededor era tristeza, en ese mundo me refugié, cuánto agradezco a los libros por existir, agradecí a la música por transportarme a lugares y permitirme sentir de forma “segura” podía imaginar estar enamorada, enojada, interpretaba personajes, fueron mis mecanismos de sobrevivencia en la adolescencia.

Luego sin previo aviso me descubrí dándole las gracias a mi madre y luego a mí abuela, y de esto se trata esta entrada, de todo lo que salió una vez que me permití sentir lo prohibido, porque tocar a las grandes figuras femeninas en mi familia es sinónimo de excomunión, pecado mortal, no sé cuántos mandamientos he roto al escribir estas líneas, sí les puedo afirmar con total seguridad que ha sido liberador, la carta sigue así:

A mi madre (esta es la primera vez que le agradezco algo) por la vida, porque aunque sé que no me deseaba tan pronto, ni me quería mujer, continuo con el embarazo, por las razones que sea lo haya decidido, me trajo a este mundo, en el que ahora estoy empezando a encajar. A ella que tiene su salud mental deteriorada, como me duele recordar cada paliza que ese hombre al que la sociedad me dice le honre, le llame Padre, le daba cada vez que llegaba ahogado en licor, a ella, a esa mujer que sufre y sufrió por nosotros sus hijos, no pudiste detener a ese hombre de que abusara a tu pequeña, ahora lo comprendo, estabas aterrada, me cuesta perdonarte madre, pero sólo vos sabes lo que sentías en cada golpe, lo siento mucho, me duele lo que tuviste que vivir. Gracias por darme los primeros años de educación, por mucho tiempo fue mi herramienta de supervivencia, por enseñarme el valor de mantenerme unida a mis hermanas y hermano, que nos teníamos sólo a nosotros, es cierto madre, estábamos solos, ¡ya no! hemos crecido, tenemos grietas, muchas cicatrices, pero estamos vivas, tu hijo ya no está con nosotras, se fue donde no pueda sufrir más, lo siento, no pude salvarlo, se lo llevó el maldito abuso, el dolor y la soledad, está tranquilo, dejémoslo descansar, tuvo bastante que soportar; estamos nosotras tus hijas, 3 bellas mujeres, a cada cual más distinta, con dones y defectos, unos comunes, hermanas que admiro y agradezco. Estamos vivas madre, lo hemos logrado, pronto cumpliré 39 años, ¿lo puedes creer? tu niña que soñaba con morir antes de los 20? nunca lo supiste, esos eran mi sueños madre, morir joven, porque creí fervientemente que para mí no estaba hecho este mundo, ni la felicidad, que nadie me podía amar, porque estaba defectuosa, dañada: ¡Sigo viva! 34 años después de ese día, ninguno de los dos logro matarme, ni tú hermano ni tu esposo, ni tu silencio ante los dos. No soy madre, le tuve demasiado miedo a repetir la historia, duele haberme negado ese derecho, estoy en el proceso de perdonarme, ¡es duro mamá! ¡cuánto tiempo sin pronunciar esas palabras! me duelen! ¡eso sos! mi mamá y sin embargo no puedo contar con vos, nunca sabrás la verdad aunque creo que en el fondo si lo sabes, eso te mantiene enferma, la culpa, yo quiero perdonarte, vos viviste un infierno también, ahora lo sé, sos una sobreviviente como yo. Quiero aprender a no despreciarte cada vez que llamas a casa, a tener paciencia para escuchar tus delirios, tus monstruos, estás sola, sé bien lo que es eso, no quiero ser cruel contigo, siento una culpa que me corroe el alma cada vez que te digo adiós antes de que termines de contarme cómo estás, me duele tu enfermedad, tanta es tu negación que no sos capaz de reconocer que lo estás, es duro escucharte, me hace daño, tuve que elegir, lo siento mucho, eras vos o caer en depresión profunda cada vez que llamabas, decidí por mí, no puedo luchar tus batallas, nadie ha luchado las mías, sí puedo acompañarte hasta donde mis fuerzas me lo permitan, eso es lo que quiero intentar con vos, no seré la hija cariñosa, tierna que recordas, ya no soy la chiquita que se quedaba sentada en el mismo lugar por horas, callada, bien portada, ejemplar, te puedo dar mi tiempo, unos minutos, espero aprender a darte un poco más. Por ahora perdona si no cumplo el 4to mandamiento, me destrozas cada vez que me pedís que salude a tu esposo, ¿mi padre? si, ese mismo, me hiere tu necesidad de saber de él, nunca aprendiste a dejarlo ir, tanto daño te hizo, sigues apegada, eso me duele y lo aborrezco, perdona si cuando lo mencionas cambio de tema, así será no sé hasta cuándo, no hago promesas que no se si cumpliré, no quiero hablar de él. Si supieras el trabajo que me ha costado poder escribir estas líneas, sé que es agradecimiento mezclado con resentimiento, disculpa, así lo siento, no soy santa. Me gustaría algún día poder tener muchas cosas más que agradecerte, confío en que así será cuando vaya sanando mis heridas, mi niña está aún muy lastimada.
 Quiero agradecerle a mi abuela por acogernos en su casa, ese infierno donde aún se esconde su hijo menor, donde abusaron de mi, mi hermana y hermano, te agradezco porque de vos aprendí lo que NO quiero para mi vida, relaciones insanas, nunca comprendí tu amor ciego por mi abuelo, tus celos, tu incapacidad de dar amor, tu frialdad ante tus nietos tan necesitados de una caricia, te agradezco tu dureza, todos tus maltratos emocionales, todos tus rechazos, todos ellos me llevaron a amar más a mis hermanos a comprender que necesitábamos estar unidos. De agradecerte algo en positivo sería tus hornados a medianoche, inolvidables, aún recuerdo sus olores, cierto es que nunca los hiciste por nosotros pero te cuento mujer, éramos tus clientes más fervientes, los únicos agradecidos, te  agradezco tus comidas deliciosas, nos salvaste tantas veces del dolor llenando nuestras pansitas, te agradezco por el único amor verdadero que diste mientras te conocí: el amor a mi hermano, a mi flaquito, eso sí que por cuantos años viva lo voy a recordar con extrema gratitud, fue feliz con vos, lo amaste en sus años de oscuridad, no te diste cuenta que tu hijo menor le desbarató el cuerpo, fue duro, vos fuiste la única figura materna que él conoció cuando su madre no regreso del extranjero, por vos fue amado GRACIAS por eso, no soy religiosa, creo en Dios, por ello elevo una plegaria en donde estés a favor tuyo, por ese cariño que tuviste por él y quiero perdonarte, no sé bien tu historia, intuyo no fue un cuento de princesas, te tocó duro por lo que sé, quizás más adelante recupere algún recuerdo menos ligado al dolor, me dará mucho gusto Gexpresarlo, reconocerlo y agradecerlo. Mientras, descansa en paz, tus nietos a los que les diste la espalda cuando te fuiste y a los que nunca llamaste, yo aprendí a consolarlos, darles cariño, abrazarlos y arroparlos por las noches. Ellos te amaron hasta el día de tu muerte, que no te engañe mis palabras de dolor y enojo: ¡también te amé y lloré amargamente! Eras mi abuelita, linda, de cabellos negros ensortijados, de ojos negros profundos, piel clara como la perla, manos hermosas, carcajada sonora, que bella sirena eras, no te dejes engañar por mi enojo, te admiré, te amé, tuviste detalles conmigo, quiero ser agradecida, hoy no los recuerdo, se que existen, mi dolor es aún muy grande, tengo la visión de esos años muy contaminada. Por hoy me despido de vos, quizás otro día, nos encontremos en este camino.

Palabras finales:

A ustedes los que van a leerme discúlpenme, nunca sé cómo voy a terminar un relato, es lo que me salió del alma, me siento en paz de haber sido fiel a mi misma al escribirlo, de no traicionar mis sentimientos, los callé por mucho tiempo. Cuántos descubrimientos tengo ahora de lo que inició como una cartita de agradecimiento...motivo más para dar gracias, respeto mi necesidad de expresión y doy las gracias a mi misma por mantenerme viva.

lunes, 13 de agosto de 2012

El victorioso día a día.

Versa un proverbio japones "Poco se aprende con la victoria, pero mucho con la derrota". 

¿Sabia frase? --- Si, puede ser. Pero desde mi humilde y particular punto de ver las cosas, podemos llegar a "debatirle" al sabio proverbio japones.

A este punto del camino, puedo decir que no me siento derrotada, puedo decir que me siento victoriosa en muchos sentidos.
En este sitio nos encontramos personas que hemos luchado por muchos años, por experiencias lamentables de las cuales solo nosotros sabemos el profundo dolor que nos han propiciado. Hemos luchado a partir de nuestras fuerzas, personalidades, habilidades, formas y todas ellas son grandes, respetables, dignas de la más profunda admiración y respeto (respeto de los demás y DE NOSOTROS/AS MISMOS/AS)hemos luchado, de tan distintas formas. 

Desde mi historia particular puedo decir que aún antes de llegar a este mundo ya estaba luchando. Hemos luchado a traves del tiempo, muchos como es mi caso, sin hacernos conscientes de la lucha de la batalla que estabamos "librando" para a partir de ella salir fortalecidos, triunfantes. Pararnos a un lado del camino diría el buen Fito Paez, y abrir los ojos y darnos cuenta que estamos vivos. 

Y corear la estrofa donde dice: "Me gusta estar al lado del camino, fumando el humo mientras todo pasa, me gusta regresarme del olvido, para acordarme en sueños de mi casa, del chico que jugaba a la pelota, nadie nos prometió un jardin de rosas, hablamos del peligro de estar vivo". 

Respirar a un lado del camino, pero a la vez retomar nuestro paso, seguir recorriendo lo que tenemos que andar, avanzar, no cesar. Y es así en ese respiro que he tomado haciendome a un lado del camino en que he tallado mis ojos como al recien despertar de un reparador sueño y decirme valiente frente aquel odioso espejo: "Has librado muchas 24 horas" (una de las recomendaciones de mis acompañantes de camino) "No estas derrotada" "Eres una mujer fuerte y valiosa". Es así como aprendemos de la "supuesta derrota" de las caídas que no nos avisan, que llegan y se instalan haciendonos sentir que será muy dificil salir. Aprendemos de la lograda VICTORIA esa del día a día.

A.