viernes, 3 de febrero de 2012

ORACION A UNO MISMO...




Que yo me permita mirar, escuchar y soñar más.

Hablar menos, llorar menos.
Escuchar con mis oídos atentos y mi boca estática, palabras que se hacen gestos y los gestos que se hacen palabras.
Saber realizar los sueños que nacen en mí y por mí y conmigo mueran.
Que yo pueda sustituir mis palabras:
Por el toque, Por el sentir, Por el comprender,
Por el secreto de las cosas más raras, Por la oración mental (aquella que el alma cría y que sólo ella escucha y sólo ella responde).
Que yo sepa reproducir en el alma, la imagen que entra por mis ojos haciéndome parte suprema de la naturaleza, creándome y recreándome a cada instante.
Que yo pueda llorar menos de tristeza y más de alegrías.
Que mi llanto no sea en vano, Que en vano no sean mis dudas.

Que yo no tenga miedo de nada, principalmente de mí mismo:
¡ Que yo no tenga miedo de mis miedos!
Que me quede dormido cada vez que vaya a derramar lágrimas inútiles y despierte con el corazón lleno de esperanzas.
Que yo haga de mí un(a) mujer/hombre sereno(a) dentro de mi propia
turbulencia.
Sabio(a) dentro de mis límites pequeños e inexactos.
Humilde delante de mis grandezas (que yo me dé cuenta cuan pequeñas son mis grandezas y cuan valiosa es mi pequeñez).

Permítame yo enseñar lo poco que sé y aprender lo mucho que no sé.
Traducir lo que los maestros enseñaron y comprender la alegría con que los simples traducen sus experiencias; auxiliar la soledad de quien llegó,
rendirme al motivo de quien partió, y aceptar la alegría de quien quedó.
Que yo pueda amar y ser amado, que yo pueda amar aún sin ser amado.
Hacer gentilezas cuando recibo cariños, hacer cariños aunque no reciba gentilezas.

(Anónimo)

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