viernes, 16 de diciembre de 2011

EXPRESAR EL DOLOR, LLORAR LAS PÉRDIDAS



DOLOR ENTERRADO


El dolor enterrado envenena, limitando nuesta capacidad para la alegría, la espontaneidad y la vida. Una parte esencial de la curación de experiencias traumáticas es expresar y comunicar los sentimientos. De niña no se podía hacer eso. Sentir en toda su intensidad el sufrimiento, el terror, la furia, sin contar con ningún apoyo, habría sido demasiado terrible para soportarlo. Entonces suprimimos esos sentimientos. PERO NO NOS LIBERAMOS DE ELLOS. Para dejar salir esos sentimientos dolorosos y seguir adelante en la vida es necesario, paradojicamente, retroceder y revivir las experiencias que tuviste de niña: Lamentar y llorar, esta vez con el apoyo de una persona comprensiva y tierna, y con el apoyo del propio Yo adulto. Lo que se necesita para curar, no es rebuscado ni esotérico. Es enormemente sencillo, aunque a muchas supervivientes les ha resultado dificil encontrarlo. Todo lo que se necesita es la seguridad y el apoyo que capaciten para volver a la fuente u origen del dolor, sentir los sentimientos que hubo que reprimir, ser consolada, escuchada y APRENDER A CONSOLARSE UNA MISMA! De esa manera se produce una transformación. Una vez que un sentimiento se ha conocido, vivido y compartido y expresado en toda su intensidad, este sentimiento comienza a transformarse. La manera de avanzar más allá del dolor es experimentarlo plenamente, respetarlo, honrarlo, expresarlo a otra persona, asimilando así en la vida adulta lo que ocurrió en la infancia.


ACERCA DEL DOLOR


Puede parecer estúpido llorar por acontecimientos ocurridos hace tanto tiempo, pero el dolor espera a que se le dé expresión. Cuando una no se permite respetar y manifestar el dolor, éste se encona. Puede limitar nuestra vitalidad, hacernos enfermar y disminuir nuestra capacidad de amar. El dolor tiene sus propios ritmos. No se puede decir: "Bueno, ahora voy a llorar" Se trata más bien de dejar espacio para esos sentimientos cuando surjan. EL DOLOR NECESITA ESPACIO. Sólo se puede lamentar y llorar cuando se da el tiempo, la seguridad y el permiso para hacerlo.

De: El Coraje de Sanar. p 167.

Alma B. V

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