lunes, 5 de diciembre de 2011

¿Eres de las personas que dan mucho más de lo que reciben?


En realidad somos  libres de actuar como queramos, pero ciertas personas eligen estar bajo el dominio que otras ejercen sobre ellas, otorgándole el poder de manipularlas, controlarlas, dominarlas y afectarlas negativamente.

Eres tú quien le concede el poder a otra persona para que te afecte. Aunque la mayoría de las veces la esclavitud proviene de las limitaciones que  nos imponemos a nosotros mismos. Cuando uno se desvaloriza y teme hacer valer su opinión, generalmente termina siendo víctima de todo tipo de abusos.

Es interesante reflexionar sobre cómo pueden algunas personas tener tanta influencia negativa sobre otras…  Tal vez sea porque hemos aprendido a vivir a través o en función de otros que no somos nosotros, o simplemente porque estamos necesitados del afecto, la compañía, el reconocimiento o el recurso que solo ellos, creemos que pueden darnos...  es entonces, cuando les permitimos sin ser conscientes del todo, que nos utilicen. La mayoría de las personas son mas amables con los extraños que con los seres queridos y consigo mismos. Esto necesitamos cambiarlo.

Recordemos que somos nosotros los que le enseñamos a otros, como es que van a tratarnos.

Una vez que se han establecido las reglas del trato con alguien, cuesta mucho reeducar al otro para que cambie su actitud y comportamiento. Generalmente, el ser humano crea una imagen mental de cada persona y no vuelve a revisarla sino que se relaciona en función de esa información. Además, si el otro obtiene algún tipo de beneficio al manipularte estará menos dispuesto a cambiar su actitud para liberarte porque perdería su comodidad y placer. Quisiéramos que la otra persona se acostara a dormir y se levantara con una actitud diferente hacia nosotros, pero en realidad somos los únicos que podemos cambiar esa situación. Tómate el tiempo necesario para pensar en esta frase y luego reúne el valor suficiente para rescatar dignamente tu libertad esencial.

Lo más importante, es tomar conciencia de que las relaciones, en especial con las personas que amamos, deben basarse en la reciprocidad, en el respeto, la consideración y el aprecio a lo que entregamos y recibimos, sin permitir que la búsqueda de nuestra comodidad, nos lleve a ignorar el deseo, la necesidad y el derecho que tienen los que con frecuencia nos complacen, a recibir nuestros favores, atenciones, detalles y gestos amables. Recuerda que tienes derecho a pedir lo que quieres, no necesitas que los otros te aprueben o te concedan el permiso para tenerlo. Las únicas personas con las que debes comunicarte y establecer acuerdos para lograrlo, son tus seres queridos y aquellos con los que compartes proyectos, negocios o compromisos ya establecidos.

Concédete la oportunidad de relacionarte con los demás en mejores términos, sin permitirles que te abusen injustamente.  La libertad de ser es un derecho Divino, la verdadera libertad hay que ganarla y reconquistarla cada día.

Claves para tener relaciones sanas:

Aprende a decir que no.  Atrévete a decir que no de vez en cuando, cuando así lo desees y en situaciones sin importancia, hazlo sin justificarte y sin sentirte culpable.  Recuerda que tienes derecho a elegir que hacer o que decir, en todo momento.

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