viernes, 23 de septiembre de 2011

OTRO POR QUÉ

Cada día que pasa más lo extraño es como si un brazo hubiese perdido. Desde que nací me protegía...pero las cosas de la vida no pudo ni protegerse a él ni a mi.

 
Un día presencié su dolor y su vida cambió y la mía. No completo recuerdo el momento, supongo que lo evito detallar sólo algunas cosas que continuamente van y vienen en mi mente y que evito aclarar porque es muy doloroso.

Por alguna razón vuelven y no paran los recuerdos a entristecerme, no sólo su añoranza sino encima evocarle sin poder controlarlo. Como si de nuevo estuviera allli más detalles a veces llegan, sigo de testigo mudo.

En aquel momento pasé a ser como su madre, era con quién hablaba, a quién le contaba y quien mejor le conocía. El olvidó ese suceso yo olvidé mi vida y sólo recordaba eso pero nunca hablé.


Siempre le entendía y justificaba todo porque sabía su dolor. Pasamos por muchas cosas similares, desgraciadamente vivimos el dolor y desamparo en primera persona y sin embargo tomamos caminos en la vida muy diferentes que terminaron por separarnos. Yo olvidé mi vida y sólo la de él recordaba él sólo se olvidó de vivir.
 
Con los años sólo conectaba con la realidad al hablar con él de resto en mis libros y mi mundo. En cada lío que andaba le sacaba, cada cosa que le surgía ahí estaba, nunca le dejaba solo ante nada ni nadie era como si le debiera mi vida.

Cuando su vida se puso en peligro temí seriamente perderle y un día hablando traté de tocarle el tema y mi sorpresa fue que lo estaba recordando y me pedía ayuda.

Dos niños asustados sin saber que hacer y a quién contar.Y tomé valor pero fui a la persona menos indicada su madre.

Como loco le trató como loca me trató, que mentíamos y no dijéramos nunca más nada del asunto. Así quedó sepultado de la única forma que en esa familia resolvían los asuntos.
Importaba más el que dirán que salvar tu carne y tu sangre.

Su vida en ese momento se arruinó del todo, escogió el peor camino para su evasión y yo siempre estaba en medio entre tratar de sacarle y ayudarle como podía y entre ser el saco de su descarga. Le amaba tanto que no me importaba, pensaba en lo que pasó y le justificaba no se me sacaba de la cabeza y me sentía responsable no testigo.

Mi único hermano en aquel entonces que fue como mi padre mientras pudo para ser como mi hijo hasta el final.Nadie entendería sino lo viviera, muchas tardes solos, buscándonos la vida porque heramos invisibles para muchos y para otros solo objetos.

Nadie se preocupó que sentíamos o que pensábamos. No conocimos afecto ni amor ni ese calor de hogar que siempre anhelamos.

Los años pasaron pero él nunca cambió pero un día de la mano se le fue y temí seriamente por mi vida y de lo que más he amado que sostenía y escogí vivir y le perdí.

Nunca más le veré y poco sabré de él...Ya no sólo la añoranza sino la culpabilidad de lo que escogí, en ocasiones ahogan mi existir.



Anónimo.
http://nery-linnet.blogspot.com

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